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Mostrando entradas de mayo, 2014

Postelectoral

Los socialistas están de funeral, en Madrid, en Navarra, en Vascongadas. Es la crónica de un suicidio anunciado. En el único sitio que bailan por sevillanas es en Andalucía. El socialismo español y franquiciado, lleva tiempo en bancarrota, lleva tiempo cavando su propia tumba. Siendo colaboradores directos de su propio descalabro. Porque su oposición ha sido complaciente, benigna y de escaso contenido. Han sido  incapaces de frenar a una ultraderecha crecida, han creído en la bondad de un capitalismo salvaje que ha acabado con ellos y sus escasos principios rectores. Tanto en Euskalherria, como en Cataluña, se abren las venas de una España a la deriva, sangrante, incapaz de creer más en una derecha que ya ha amortizado su salvaje recorrido por la crisis. Podemos surge en el reino de España con fuerza como posible alternativa en medio de una izquierda llamada a reconvertirse y donde IU no debe frenar su posible colaboración. En las periferias, Bildu y Esquerra fuerzan un escenario m

¿En qué quedamos?

No recuerdo ya si voté ayer. Europa tiene ese defecto; que seduce por su idilio entre la libertad y la democracia pero aturde por su falsedad bien ensayada. Hace dos años, no más, Europa era un vertedero de críticas, de juramentos; un escupidero de maldiciones, un alegato contra la abominación de un territorio pervertido por el mercado, las plusvalías, la burocracia y el sinsentido impotente de sus instituciones multiplicadas hasta la empacho. No hace más de un año, Europa era la diana de la izquierda altersistémica. El karma de la frustración austericida. Antes de la campaña electoral, Europa no tenía ninguna credibilidad para nadie al margen del PP. Europa era solo una entelequia sin soberanía a los pies de la Troika caníbal, un hipermercado de tiburones de afilada dentellada, un matadero de obreros del sur, un prostíbulo de mujeres del este, un paraíso humillante de setenta millones de pobres embellecidos por los subsidios de un bienestar en bancarrota. Ahora resulta que la

El premio Principe de Viana de la cultura

S i a usted le preguntan por los ocho candidatos al premio Príncipe de Viana de la cultura concedido este año, apuesto a que no conoce a ninguno. Salvo que sean parientes suyos. Le cuento; de los ocho propuestos, tres eran sacerdotes y solo dos mujeres. Se lo ha llevado un sacerdote. No pongo en duda su merecimiento. Tarsicio Azcona es experto en historia de la iglesia en tiempos de Enrique IV. Sin duda algo útil y necesario. No diré que no. Ni siquiera dudaré de esa capacidad científica por la que ha sido premiado. Aunque vista la discrecionalidad con que usa esta comunidad su pasado histórico; pues eso, que me pregunto qué se hace hoy con ese saber. Para qué sirve ese conocimiento, qué aporta a esta cultura navarra -si es que hay- recortada, subastada y casi privatizada. Entiendo la cultura como un artefacto creador. Como una herramienta artística que impela al presente ofreciendo respuestas y sentido. Como un hermoso y tenso devaneo entre la creación y la expresión en sus d

Alba Rico, palabras mayores

Santiago Alba Rico es un filósofo insolente. No en las formas, las cuales brillan tanto como las sucesivas metáforas que utiliza en sus razonamientos cargados de una lírica seductora, sino en la radicalidad de su pensamiento. Decir que la izquierda debe ser conservadora no es decir cualquier cosa. Es romper la barrera del sonido de lo que estamos acostumbrados a oír a la de izquierda institucional. Y también a la altersistémica. Alba Rico es posiblemente uno de los filósofos más lucidos del pensamiento español, uno de los intelectuales mejor armados y más desconocidos más allá de los circuitos convencionales de la izquierda, insisto, institucional y altersistémica. Un pensador de peso cuya obra, muy desconocida, debería ocupar más escaparate. Alba Rico fue guionista de la serie de TV La Bola de Cristal, ha escrito numerosos ensayos y es asiduo en Rebelión.org. Vive en Túnez y eso, quizás, le permite ver la realidad occidental con una mirada diferente. Ha traducido al castellano

Berlusconi: el trabajador social

A lessio Gessati tiene 85 años y lleva seis en el centro que la Fundación Sagrada Familia tiene en Cesano Boscone, en Milán. Su mente lleva diez años en huelga general. Tiene alzheimer. Pero el pasado día 9 de mayo, cuando vio entrar por la puerta a Silvio Berlusconi, despertó harto de deambular entre templos abandonados. Recobró la memoria y reconoció al líder de Forza Italia que ha sido condenado por evadir grandes cantidades de dinero al fisco. Un titular de este periódico decía el sábado: "Berlusconi cumple su primera jornada de trabajo social". Muy malparado queda el trabajo social si puede ser realizado por un mafioso implantado para redimir su pena. Pero esta profesión es así, desconocida, mal valorada y, como mucho, asociada a la caridad y al altruismo complaciente. En realidad Berlusconi ha sido condenado a diez meses de trabajos en beneficio de la comunidad. Algo muy diferente al trabajo social. Los trabajos en beneficio de la comunidad son una medida altern

Miquel

No hace falta que la muerte acumule años, décadas o centenarios para recordar a los grandes genios de la palabra, la obra o la misión. Mikel Martí i Pol nos abandonó hace tiempo, pero su poesía es un consuelo tras cada día enmarañado en la ciénaga cotidiana. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Roda de Ter pero que tuvo que abandonar por problemas de salud. Condenado a vivir en una silla de ruedas desde hace treinta y tres   años, debido a una esclerosis múltiple, se plantó ante el mundo armado de la sensibilidad y la reflexión más intimista   para trasmitir poemas que susurran   cosas de la vida. Esas que a veces nos cuesta reconocer. Del   amor, de la soledad, de la rebe

El sueño de Roberto Jiménez

P ese a que el tiempo había pasado, Roberto Jiménez durmió mal aquella noche. A esa hora en que la vigilia rompe sin piedad el placer consigo mismo, despertó en medio de una tormenta de conciencia de grado 10. Aturdido y empapado en sudor trató de sobreponerse a la ecuación que sacudía su alma. Todo comenzó en 2002, cuando excitado por el alcohol que inflamaba las venas de miles de gentes, lanzó el Chupinazo sanferminero. Fue su primera escalada a la gloria. Un orgasmo fugaz e imprevisible. En ese instante se enganchó a la adictiva vanidad que atormenta a los mediocres. Y ese envanecimiento desenfrenado lo llevó en 2008 a la presidencia del PSN; justo cuando España entraba en bancarrota y Navarra tocaba a rebato. Convertido ya en un yonki de sí mismo, decidió colaborar con UPN. Y buscó un par de excusas impuestas: la gobernabilidad foral y frenar en seco a un nacionalismo que ya no inquietaba a nadie. Así llegó a sentarse como vicepresidente. A partir de ese momento su vida entr