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Mostrando entradas de febrero, 2015

Rajoy, el emigrado de la realidad

No es que Rajoy y el PP vivan en otro planeta, constelación o sistema solar, ni que pasten  en otra realidad, no es que no sepan de qué va la vida a pie de obra, ni que se cuece en los bares, en los colegios, en los hospitales a primera hora de la mañana, en los trayectos de los autobuses, a la hora del almuerzo,  en los domicilios sin luz o sin calefacción. No es que el PP ignore, por activa o por pasiva,  de qué lado cojea el mundo o  el estado de bancarrota en el que viven trece millones, trece de españoles. No es eso. O no es solo eso. Es esa ignorancia interesada y bastarda. Es esa arrogancia con la que distorsionan la realidad en nombre de la buena fe y vida de la gente. Al PP, a Mariano Rajoy y a sus ministros, secretarios de estado y demás cargos pestilentes que  se sustentan en esta España a la deriva, se la trae al pairo la verdad. Simplemente han aprendido que la comedia y el baile de disfraces es el mejor antídoto contra la tragedia diaria que dicen gestionar con arte.

Trayecto en negro

Durante un trayecto en autobús, mientras la ciudad caía derrotada a los pies de una lluvia intensa y envenenada de grisura, tuve un fogonazo de melancolía. Me acordé de una amiga que  no hacía mucho había muerto. Enfrente de mi asiento viajaba un joven mayor, tendría unos cincuenta años. Bajo su gorra calada percibí el acecho inmisericorde y despiadado de la muerte. En el cristal mojado del autobús se reflejó una guadaña amenazante. Sentí un escalofrío por encima del frío reinante. A la altura del cogote me silbaron unos ángeles  que me asustaron.  El joven viejo me miró,  y pareciera disculparse por el peso que llevaba encima. Un peso muerto. La luz se iba apagando y recordé un texto de Vicente Verdú. En su libro "La Ausencia" hay un capítulo dedicado a los que han muerto. Estaba allí, enfrente de mi congoja. Y me volví a acordar de Belén: "Como no hay presencia absoluta del otro, objeto o sujeto, no hay ausencia completa, ni siquiera tras su extinción. Por muy p

Ciudad

Aquella ciudad vivía de las rentas de un pasado glorioso. En tiempos fue noble, ilustre, leal y no sé cuantas cosas más. Con  esos títulos se comió el mundo y durante algún tiempo se lo puso por montera. Además, por azares de la historia, por su atesorado provincianismo, amor propio  y buena estrella aliada con el destino en lo universal, estaba muy bien considerada en el ranking de ciudades modelo. Lo tenía todo porque en tiempos fue próspera: buena gente, cabezas ilustres, creatividad, rebeldía, naturaleza, ingenio, riqueza, trabajo, mano de obra importada y una ingente cantidad de recursos para ser bien gestionada. En fin, una privilegiada. Y de eso presumía.  De ser la primera en calidad de vida, en renta per capita, en servicios, en zonas verdes, en habitabilidad, en solidaridad, en piscinas por habitante, en bares, en volumen de reciclaje, en sociedades, en donantes de sangre y en no sé cuantos indicadores más que la convertían en la envidia de sus vecinas.  Pero todo es

El síntoma griego

Un libro imprescindible para entender el desmantelamiento de Grecia. Para comprender cómo se ha llegado a esto. A esta emergencia europea que se ausencia del conflicto a la hora punta. Este texto sirve para conocer de primera mano las claves que han hecho posible el desguace del estado griego, sus instituciones y su historia como país, la degradación de sus gentes y el holocausto social al que se le está sometiendo. Escrito en 2013, mientras  del embarrancamiento de la política griega y su posterior reflotación a través de Tsipras, “El síntoma griego” es el síntoma de Europa, la del sur, la de la dominación de un modelo económico por encima de las decisiones políticas y las soberanías de los pueblos. Los principales teóricos y analistas europeos, se dan cita en este volumen duro e intenso, no apto para cabezas a medio gas. El texto toma a Grecia como punto de partida para reflexionar sobre el futuro de Europa. Y lo hace revisando las formas de pensar, de resistir,

Faurecia: capitalismo de manual

A quellos soldados, curtidos en la cadena de montaje postfordista, acudieron a una cita con el futuro a sabiendas de que aquella reunión podía ser su última batalla. Habían sido citados en Bilbao por una banda de tiburones con tres hileras de dientes encadenados a una cuenta corriente saturada de beneficios. Pertenecían a una multinacional francesa experta en artes capitalistas de última generación: hacer negocios a cualquier precio aunque corriera la sangre. A la reunión acudió también una consejera en calidad de oyente sin margen de maniobra, a no ser la del despiste. La multinacional Faurecia, galardonada en Francia con el premio al “mejor empleador” y cuya facturación en 2014 fue de 18.300 millones de euros, un 4,4% más que el año anterior, había anunciado la inviabilidad del negocio y el despido de casi 200 trabajadores de su planta de Burlada. Los obreros no compartían ese diagnóstico necrosado, máxime cuando aseguraban la alta rentabilidad de la empresa navarra. Por

El Rubicón de Podemos

El paso del Rubicón de Podemos se halla en ese territorio que se configura entre Navarra y País Vasco. O si lo prefieren en Euskalherria. Es aquí donde Podemos va a definir las auténticas líneas rojas de su demarcación. Su prueba del algodón, su razón de ser o no un partido independiente y soberano, de izquierdas renovadas, cohesionado y con capacidad de decidir sin las presiones internas de todo partido estatal sujeto a una disciplina jerarquizada o sometida a   intereses estratégicos. Les aseguro que en menos de un mes las escupideras contaminantes del PP, Unión del Pueblo Navarro (UPN)   y del socialismo madrileño en Ferraz, lanzarán sobre Podemos un mísil   más explosivo aun que el “caso Monedero”. Van a inocularle un veneno letal en las líneas de flotación ideológica. Justo donde se dirimen las posiciones y   se generan   los polos de atracción o disuasión política, donde se ganan o se pierden votos y fidelidades. Van a presionar, por activa y por pasiva,   a Podemos par

¿Hay líneas rojas en Podemos?

E l Rubicón de Podemos está en Navarra. Porque esa perversa razón de Estado que corrompe la política española sigue llamándose Navarra. Aquí se pasa la prueba del algodón al constitucionalismo en versión original. Les aseguro que en menos de un mes las escupideras contaminantes del PP, UPN y del socialismo de Ferraz, lanzarán sobre Podemos un misil más explosivo que el  caso Monedero . Van a inocularle un veneno letal. Le presionarán para que se posicione sobre una cuestión pervertida desde hace tiempo. Si hasta hace poco, ETA era el pecado a condenar pero del que muchos comían caliente cada día, ahora será Bildu quien ocupe su lugar y significado. Y es que para Rajoy no hay mayor peligro que la debilitación acelerada del recuerdo de ETA. El PP necesita recuperar un argumento rentable. Si Podemos, en un escenario de pactos y gobernabilidad, apoya a Bildu en País Vasco y Navarra, será explicado como un apoyo a ETA. Y esa idea se explotará electoralmente. También lo hará el PS

La gula de los pobres

K ant, el filósofo de la ética formal, llamó a Barcina para decirle: “no se puede usar una ética de doble fondo y alardear de una honradez bajo mínimos”. La semana pasada, ella y su consejero Alli, imitaron al alcalde de Vitoria, aplaudido corneta de la criminalización de los pobres e inmigrantes. Refiriéndose a la reforma de la Renta de Inclusión Social, esa sopa de pobres que contiene el estallido social, la Presidenta dijo “no estamos hablando de una renta para personas con dificultades, sino de tener un sueldo de por vida sin trabajar”. Presidenta, qué opina sobre los sueldos vitalicios de algunos colegas de profesión, expresidentes de autonomías, de gobierno y ex altos cargos políticos. No tienen dificultades. Cobran de por vida. Sin trabajar. Sin merecer. Sin esfuerzo. Sin control. Y nos cuestan millones al año. Nietzsche habló de “la lucidez de nuestro cinismo”. ¿No se le mueve ese músculo que soporta la conciencia? También el consejero Alli nos dejó algunas perlas en

Malabaristas de la miseria

Frontera norte de Benzú, la que separa Ceuta de Marruecos. Foto: Reduan (Efe) Parecieran surfistas de alto riesgo, sin tablas de salvación, peleando con la peor ola de un mar lleno de muerte y miseria. El Guardia Civil parece estar pintando un cuadro sobre fondo azul, la mejor época de Picasso, pero sin mucha pasión. Su brazo, sin fuerza alguna, trata de frenar, no se sabe bien, o de sostener,  la fuerza del otro lado de la valla deseosa de pisar la tierra prometida. Su compañero, encaramado en la alambrada, parece un artista de circo a punto de lanzarse con la mejor pirueta  ensayada durante años. Y es que pareciera que nos está diciendo que hay más sabiduría en dejarse llevar por las olas que en debatirse contra ellas. 

La vida en negro

L es presento a Oumar Ndiaye. Marinero mauritano de aguas de altura. Llegó a España hace catorce años. Huyó de un país en el que parece que todo se acabó hace tiempo. Vino aquí en busca de la sal de la tierra. Su credo es el combate por la vida. Ha trabajado, ha sido explotado y soportado muchos lunes al sol. Ha sido visible e invisible. Solo aspira a ser un ciudadano, negro, pero ciudadano. Habla un castellano intenso capaz de enloquecer a los charlatanes. Su cabeza es un cóctel de poesía y su relato vital es una parábola que te pone contra las cuerdas. Solo puedes rendirte a la evidencia. Habla y estallan las nubes. Y sientes vergüenza ajena. Porque te habla un alma ulcerada por la desdicha. Oumar ha cumplido la tarea. Ha hecho lo que se espera de él. Cumplir con la ley para ser alguien en este país de racismos  low cost , hablar como los ángeles, respetar los mandamientos y ganarse la vida con un trabajo, de mierda pero trabajo. Pero su vida es un bucle envenenado en