A la misma hora en que Pedro Sánchez, líder del PSOE, se reunía en Sao Paulo con el ex presidente Lula para recordar que el mundo, todavía podía girar a la izquierda, en Barañáin, sus compañeros de partido se empeñaban justo en lo contrario. Pedro Sánchez se había enterado de que esos camaradas habían votado en contra de una moción presentada en el tercer Ayuntamiento de Navarra, en la que se solicitaba solidaridad con Faurecia, empresa amenazada por el despido de casi doscientos trabajadores. Y no entendía, porque según él sabía, el grupo socialista en el parlamento navarro si había apoyado a esos trabajadores. Muy enfadado, Pedro Sánchez, llamó a sus compañeros y les dijo que mientras él trataba de volver a sembrar el campo yermo de ilusiones que había cosechado el socialismo navarro en esta tierra, ellos seguían empeñados en mantenerlo en barbecho. Pedro no entendía cómo el socialismo navarro, cuya reformulación se anunciaba a bombo y platillo, se ponía en contra de un gru
El blog de Paco Roda