451 páginas llenas de dolor, de violencia y de amor, de abusos, de violaciones y de golpes que suenan huecos y rotundos contra una mejilla de once años, de once años, joder, puto cabronazo, 451 páginas que te devoran en medio de un río de lágrimas, páginas sin concesión de una autora que narra su vida, su perra vida en Carolina de Sur durante una adolescencia que desprende una luz brutal. Todo ello ocurre entre casas con porches, whiskies de garrafón, cervezas y tés fríos, jardines sin yerba, talleres de coches viejos, ruedas quemadas, música country y góspel, familias largas como una noche en vela e infancias arrancadas de la vida. Todo pasa en los años cincuenta del pasado siglo en esa América dura, racista y sin piedad. 451 páginas que te revuelven las tripas pero también te arman de esperanza pues sabes que ella, esa cría de once años te habla después, mucho tiempo después tras haber bebido ese tiempo negro. Y lo hace como una resistente sin concesión alguna al romanticismo mere
El blog de Paco Roda