19 julio de 1936, requetés navarros arrían la bandera republicana en el palacio de Diputación Este es un libro que, cuando uno lo abre tiene la sensación de que sus protagonistas siguen ahí, mirándote de frente para compartir contigo la sangre derramada por una historia interminable. Hablan desde un lugar anestesiado de la memoria. Desde el único lugar que uno encuentra consuelo ante la muerte. Cada vez que pliegas una hoja, se puede oír el eco letal de los disparos que acabaron con la vida de muchos de ellos y ellas. Este no es un libro de fácil lectura. Tal vez no sea ese su cometido. Porque los libros sirven para deleitarse con la fantasía o el ingenio de quien los escribe. Pero este no. Porque quien lo ha escrito ya no está para pedir nada . Ni siquiera el olvido que sus verdugos solicitan. Este libro es el retrato amargo, dramático y doloroso de una época siniestra. De un tiempo que exige volver a nombrarlo como dios y la historia lo reclaman. Un tiempo que no se puede o
El blog de Paco Roda