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Mostrando entradas de noviembre 17, 2015

Plaza del Castillo

Poco a poco la ciudad iba   convirtiéndose en un gran queso de gruyere. Desde el cielo podía contemplarse una especie de territorio  lunar sobre el que operaban todo tipo de profesionales de la deconstrucción. Abierta en canal por unas taladradoras  de dientes plateados,  la ciudad que, en tiempos había sido un destacado mercado, hoy era  un gigantesco socavón  que dejaba al descubierto los desechos del pasado. Por  debajo de la línea de flotación, que esta ciudad mostraba  sólo una semana  al año, empezaron a emerger las estrías del tiempo. Los surcos que la historia había marcado a sangre y fuego. Todas las ciudades que aquella capital de provincias  habían sido, volvieron a brotar por obra y desgracia de aquellos gigantescos bisturíes que la sajaban. Allí aparecieron viejos  palacios, pergaminos llenos  de  historias, estatuas de mármol y monedas de oro. Hasta los sueños enterrados de sus antiguos pobladores se desperezaron. A esa situación se había llega