Llegué a un lugar llamado Urgencias a las cinco de la tarde. A esa hora en que uno quisiera naufragar sin salvavidas. Llegué confundido, como quien descubre un sofisma envenenado. Como quien, de pronto, descubre la debilidad de sus miserias enganchadas a un cuerpo hecho jirones. Y es que cuando llegas a ese lugar inmaculado nada evitará sobrecogerte. Fuera luce el sol, pero la luz espuria de Urgencias te anuncia que nada te pertenece, ni tu propia palabra inflamada. Y nada evitará que sientas que la vida es un antojo de la materia. Porque, a no ser que tengas práctica en la disección de este territorio, entrarás en un estado de ansiedad negra. Urgencias es un como un no lugar que diría Marc Augé. Por allí circulan toneladas de neutrones que sostienen cuerpos ulcerados. Pero también bi , el tiempo pasa de largo, como como el de sa de largo buscando la ertenece, ni tu propia palabra inflamada. rvado por el peso llones de partículas en busca de la luz. Si detienes tu mirada
El blog de Paco Roda