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Mostrando entradas de junio, 2021

Desenmascarados

  UPN siempre se viene arriba a finales  de junio. Es como si necesitara  encender la mecha antes de tiempo. Tensar el ambiente; aunque no haya fiestas. Porque forma parte del ritual político prefestivo. Para que no quede duda de quién es quién entre la gente normal.  El otro día, tras un calentón emocional, el  Área de Acción Comunitaria prohibía la exposición de pancartas de las peñas 2021 en el Centro Plazara. Se amparó en la normativa de uso y utilización de los Centros Comunitarios que prohíben el “uso de pancartas, símbolos, emblemas o leyendas que puedan incitar a la violencia o sean discriminatorios”. Joder, ni que hubieran traficado con peróxido de acetona, pensé. Y me acordé del informe del Consejo General del Poder Judicial según el cual gritar ¡Viva Franco! ya no es delito porque está amparado por “la libertad de expresión”. Y con ese informe en la mano,  las peñas podrían exponer las pancartas donde les viniera en gana. Por muy insolentes que fueran sus imágenes. Pero no.

Memoria o banalización

Pasé por aquí y vi gente que se hacía selfies encaramada en esta barcaza que había transportado muertos que buscaban la Tierra Prometida huyendo del hambre o de la guerra. Así, sin puntos ni comas, de seguido. Me fijé que esta patera se había varado frente a un banco que recién había hecho un ERE bestial contra miles de sus empleadas. Esa patera estaba encallada sobre las alcantarillas por donde circulaban millones de euros al día. En plena milla de oro de Iruña. ¿Quizás queriendo tensar al Capital? Aquello me dio que pensar. No dudo –en principio- que quien ha tenido la idea de conmocionarnos con esta presencia visual, lo ha hecho de buena fe. Como si necesitáramos un aleccionamiento moral sobre la degradación capitalista, la desigualdad y el racismo. Pero tengo mis dudas sobre el efecto. Cuando vi a la gente subida en la patera haciéndose fotos sobre lo que un día fue un ataúd pensé que esa tragedia se había desmaterializado, se había banalizado, como el mal que ya anunciara Hanna

Verano

A las 5,32 de la madrugada de hoy, cuando los sueños ya se han biodegradado, ha entrado el verano. Mucha gente se dispone a ser plenamente feliz. Otros muchos sienten su cabeza llena de niebla que es como decir que la felicidad es cosa de otros. Pero hace días que el optimismo circula por la ciudad a toda velocidad. Como un cuerpo que no obedece a los dictados. El otro día acompañé a una amiga a por la segunda dosis de vacuna. En el pabellón de la UPNA se respiraba ese tipo de ambiente que antecede a una noche loca. Mucha gente que hacía tiempo no se veía, se reconoció allí, en las filas de la inmunidad. Se les veía felices. Y reían porque de allí saldrían con el futuro asegurado en el brazo. Y si no lo excavarían con sus propias uñas. Porque la gente quiere volver a lo de antes. Aunque Israel siga sulfatando los campos palestinos con versículos cargados de metralla. Anoche, mientras paseaba por lo viejo, me fijé que tras los balcones, abiertos de par en par, se oía el fulgor de al