Me pasé por varios bancos y cajas de ahorros de la ciudad para solicitar la apertura de una cuenta corriente. No llevaba buen aspecto, cierto. Aquella noche dormí en un cajero. Lo hice para comprobar si era verdad que por la noche el dinero se movía en busca de las alcantarillas. Comprobé no solo eso, sino que el dinero viajaba buscando agujeros negros. Se decía que en las tinieblas se reproducía en forma de hipotecas asesinas y comisiones que te seccionaban la yugular. Pero a lo que iba. Me presenté en la primera entidad. El empleado me observó y sentí que me radiografiaba con una elegante tristeza. Le debí parecer el retal de un desasosiego. Pero me atendió correctamente. Me preguntó por mis ingresos. Le dije que cobraba la Renta Garantizada. Me preguntó entonces por los movimientos que solía hacer, domiciliaciones y demás. Le dije que el único movimiento que realizaba a diario era ir a la oficina del paro. Y que de domiciliaciones andaba mal porque ni yo tenía d
El blog de Paco Roda