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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Muy turbio

A ti Jusapol, con identificación 567L4TR4W. Me dirijo con miedo, a sabiendas que registrarás mi nombre entre los agresores que ahora atentan contra tu seguridad. Ibas en la manifestación contra la reforma de la Ley Mordaza celebrada en la ciudad-Estado de Madrid. Alegas en tu descargo neutralidad profesional pero a tu lado iba un voxfascista declarado, un tipo empeñado en borrar cualquier vestigio de memoria histórica que no sea la suya. También vi a un tal Casado, un tipo capaz de gritar: “ todo el partido con los policías” pero incapaz de gritar: “todo el partido con los trabajadores”. Te acompañaba también un ejército de neofascistas cuyo sueldo y uniforme se paga con el esfuerzo de los obreros que semanas atrás reprimisteis con saña en Cádiz. Y me pregunto, qué coño tienes en los pliegues de tu cerebro cuando el otro día te vi apalear, también en Cádiz, a un hombre de 70 años indefenso que solo pedía trabajo para sus hijos, como harías tu, supongo. Y me pregunto si son estos los

CORREOS... y multiplicaos

Hubo un tiempo en que mandar una carta era un asunto muy serio. Tanto como recibirla. Y para eso estaban los carteros. Y Correos, claro. En ese tiempo no se hablaba otra lengua que la del desamparo, por eso se escribía más. Y Correos era arte y parte de la vida. Por ejemplo, tu ibas a echar una carta y la metías en la boca del león y sabías que aquel cabezón con la boca abierta de par en par avalaba la inviolabilidad de la correspondencia. Eso era seguridad. Tu entrabas en este edificio del Paseo de Sarasate, diseñado por el arquitecto Joaquín Pla Laporta que abrió sus puertas a los primeros usuarios el 20 de abril de 1926 y sabías que estabas en el centro, si no del mundo, sí de aquella Pamplona que se desayunaba con un sol y sombra. Por allí circulaban cartas de amor que luego se convertían en invitaciones de boda, telegramas anunciando la muerte de un pariente e incluso notificaciones del notario. Entonces, decirse algo era un asunto de Correos. Pero eso era cuando Correos era una

"Variopintas"

Hay veces que las ideas chocan contra los muros. Y veces que los muros se alían con las ideas, como si fueran el sujeto y el predicado. Como aquel muro que dividía a una nación en dos y un día un beso las juntó. Este muro que aquí se ve, en tiempos fue un campo donde se cosechaba trigo y cebada. Hubo también algunas viñas de txakolí que luego se vendía en la Estafeta. Entonces las ideas estaban encerradas entre los muros; de las prisiones, de los calabozos, de las escuelas, de las iglesias y hasta de los libros. Hoy las ideas vienen y van sin control alguno, como esas pinturas que se recuestan sobre ese muro que un día fue un trozo de trigal y que hoy se llama el Parque de las Pioneras. En Lezkairu.(Pamplona) Hay un colectivo de mujeres jóvenes y artistas que dicen llamarse “Variopintas”, son varias y el nombre les viene que ni pintado. Han decidido convertir este trozo de muro en un lienzo de la historia y la memoria feminista. Sobre él han dibujado a Josephine Baker, Maud Wagner ,

Cita previa

El otro día me pasé por el SEPE, esa oficina que se vende como servicio público de empleo cuando solo dos de cada 100 demandantes encuentran curro allí. Un repartidor de Glovo que esperaba allí me dijo que tenía que haber pedido cita previa. Él la había conseguido tras pelearse una semana con la página web del SEPE que le pedía certificado digital o cl@ve o DNI electrónico. Como no tenía ninguna de esas aplicaciones, solo pudo acceder a una cita tras veinte llamadas telefónicas. Mientras el repartidor me informaba, dentro de la oficina se produjo un incidente. Algunas personas protestaban ante un mostrador pues llevaban un retraso considerable en el cobro de sus prestaciones debido, según decían, a la falta de personal. Oí que esto afectaba ya a 15.000 trabajadores y demandantes de todo tipo de prestaciones que verían como el mes y las navidades se volvían negras. Mientras, una mujer que estaba en la cola, dijo que eso no era nada, que ella tuvo que desplazarse hasta Arnedo para gest

Al César lo que es...

Foto: David Seymour Cada vez que Dios se mueve suenan las alarmas. O cuando la Iglesia, como es el caso,  se ve cuestionada por el laicismo ambiguo que nos gobierna. Por poner las cosas en su sitio: "Ninguna religión debe tener un tratamiento superior a otras por parte del Estado. Y como instituciones privadas que son, las iglesias no deben recibir en ningún caso y para nada recursos del Estado". Esto es el laicismo. Y que yo sepa, este Estado, o como usted quiera llamarlo, se rige por el principio de aconfesionalidad. Es decir, Dios por una acera y el Estado por otra. Pero no hay manera de librarse de la vigilancia vaticana. Pese a que en 1979 se firmaron  acuerdos específicos que sustituyeron al Concordato de 1953. A lo que voy. La semana pasada el arzobispado puso el grito en el cielo. Como buscando un aliado divino más allá del terrenal que le ofrece Navarra Suma. Y es que el gobierno de Chivite quiere reducir la asignatura de religión a una hora semanal, el mínimo legal.

La izquierda afable

Foto: Raymond Depardon/Magnum Photos/ La periodista Leila Guerriero dijo una vez que se mira hacia atrás con vértigo y hacia delante con curiosidad. Hasta que llega un día que miras alrededor y ya no hay vértigo. Ni nada inesperado. Creo que eso está pasando en la política navarra. Lo hemos podido comprobar en el último Debate del estado de la Comunidad. Y es que pareciera que la izquierda navarra, toda, ha acabado por aceptar, como dijera Fredic Jameson, que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. En ese debate, o lo que fuera, me dio la sensación de que las horas pasaban, una tras otra, todas llenas de vacío. Alguna vez se rompió el hastío y alguien pronunció la palabra transformación. Quise pensar que del mundo pero enseguida caí en la cuenta que allí solo se quería gestionar, que no cambiar, los despojos de una sociedad más que satisfecha. Allí solo había lugar para la autocomplacencia del gobierno y cierta rivalidad, muy correcta eso sí, entre partid

Cementerios

Foto: Marta Salas     Aunque la semejanza quiera emparentar cementerio con cemento,  cementerio significa ‘dormitorio’ ( koimitirion ).  Donde duermen los muertos.  Uno tiene sus cementerios favoritos. Porque recorrer un cementerio es como leer un libro de cuentos, que  puedes saltar de tumba en tumba como saltas de un cuento a otro.  Père-Lachaisse, en París, es quizás el mejor lugar para pasar a la eternidad. Si pudiera elegir compañía mortuoria, elegiría la tumba   Félix Faure ,  antiguo presidente de la República, fallecido en pleno adulterio, o la de   Guillaume Apollinaire,   enterrado     junto a su amante Marie Laurencin y sepultada entre cartas de amor.  O la de  Edith Piaf ,  quien yace al lado de esposos y amantes. Aunque sin duda, la tumba de   Victor Noir ,  periodista asesinado por Pierre Bonaparte ,  gana por goleada. Una efigie yaciente en bronce representa los últimos segundos de un hombre joven que presenta una notable erección. Mucha gente que acude a visitar la tumb