Hay veces que las ideas chocan contra los muros. Y veces que los muros se alían con las ideas, como si fueran el sujeto y el predicado. Como aquel muro que dividía a una nación en dos y un día un beso las juntó. Este muro que aquí se ve, en tiempos fue un campo donde se cosechaba trigo y cebada. Hubo también algunas viñas de txakolí que luego se vendía en la Estafeta. Entonces las ideas estaban encerradas entre los muros; de las prisiones, de los calabozos, de las escuelas, de las iglesias y hasta de los libros. Hoy las ideas vienen y van sin control alguno, como esas pinturas que se recuestan sobre ese muro que un día fue un trozo de trigal y que hoy se llama el Parque de las Pioneras. En Lezkairu.(Pamplona)
Hay un colectivo de mujeres jóvenes y artistas que dicen llamarse “Variopintas”, son varias y el nombre les viene que ni pintado. Han decidido convertir este trozo de muro en un lienzo de la historia y la memoria feminista. Sobre él han dibujado a Josephine Baker, Maud Wagner , Sofonisba, Camino Oscoz, Ruth Buendía, Carmen Baroja, Maddalen Jauregiberry o Eularia Abaitua, entre otras muchas. Conocidas y no tanto. Las hay vivas y muertas. Pero el peso de todas ellas está desafiando la teoría de la gravedad. Se nota ya en este muro que se inclina hacia un lado de la historia no nombrada. La de ellas, ellas vistas por variopintas miradas. Hay días que lo que necesitamos es un muro sobre el que recostarnos. Aquí tienen uno donde sostener la mirada.
Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
Qué bonito lo has contado. Gracias
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