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Mostrando entradas de mayo 28, 2013

Dime otra vez

Dime otra vez cuando estuviste en el río y llegué al límite de mi sed dime otra vez estamos solos y escucho escucho tan fuerte que duele dime otra vez cuando estoy limpio y sobrio dime otra vez cuando he visto a través del horror dime otra vez dímelo una y mil veces dime cuánto me amabas amén. Dime otra vez cuando cantan las víctimas y se restauran las leyes del remordimiento dime otra vez que tu sabes lo que pienso pero la venganza pertenece al señor dime otra vez dime otra vez cuando ya ha sido el río rescatado y la noche no tiene derecho a empezar,  ponme a prueba otra vez cuando jadean los ángeles y arañan la puerta para entrar dime otra vez cuando estoy limpio y sobrio dime otra vez dime otra vez cuando la mugre de un carnicero se lava con la sangre del cordero dime otra vez cuando el despojo de la cultura ha pasado a través del Ojo del Campo Dime otra vez Leonard Cohen, de Old Ideas (Amén) Uno oye este inmenso coro resonar en medio de

Cumplir años

No me lo nieguen, a   ciertas alturas de la vida, la edad se convierte en una tara. Creo que me empieza a pasarme, aunque lo disimule bien  con  intensas sesiones de psicoterapia y luego me machaque en el gimnasio. Y es que, a partir de cierto momento, cumplir años es juzgado como un lastre que deberíamos eliminar de nuestro rostro. Conozco gente que sucumbe ante el primer verdugo de   la mañana, el espejo, ese tribunal sin piedad que cada día nos condena como portadores de una adición vergonzosa. Esta época adolescente no concibe cumplir años como un valor añadido, sino como una forma devaluada de estar en el mundo. Porque almacenar años se ha convertido en un fracaso anticipado. En un naufragio personal. Y el mundo del trabajo es un reflejo de ello. Tener más de 40 primaveras   es ser portador de un cúmulo de sospechas. Por eso, negar la edad real se ha convertido en un ejercicio redentor. Y de eso saben mucho ciertas empresas   animadoras del cuerpo y del alma que h