Dos iniciativas culturales, para más señas, librerías de Pamplona, están siendo, a mi parecer vanguardia y, además santo y seña de una revolución silenciosa, la de la nueva socialización de conocimientos y de transferencias de experiencias en los más variados ámbitos del arte y la cultura. Auzolan, esa librería casi de toda la vida de Pamplona , ha puesto en marcha foros y espacios de lectura comunitaria, reflexión y dinamización que van más allá de la venta individualizada del saber y de la cultura. Quiere, a través de puesta a disposición del gran público, servir como espacio de reflexión al servicio de la comunidad ante la imposible, al parecer, reflexión desde los espacios públicos que niegan o dificultan reiteradamente toda posibilidad de pensar, reflexionar y resistir. Por otro lado, La Hormiga Atómica , esa librería-café de la calle Curia, donde confluyen nuevas miradas de hacer barrio y negocios, se ha configurado como un espacio reivindicativo don