E l aspirante a presidente de UPN se había trasladado a Dodona, un santuario griego, para consultar al oráculo que el dios Zeus había inaugurado. Cuando el consejero llegó al lugar, corría el siglo IV a.C., el sol abrasaba las viñas que unos esclavos trabajaban con destreza. Esparza llegó sediento y un ilota le ofreció vino dulce de higos en una copa plateada. A continuación, se acercó al altar. Allí prestó atención a los susurros que Céfiro, viento del oeste, le transmitió por boca de la divinidad que recitó los primeros salmos con voz melódica: “puedes pretender dominar una tierra anclada en la historia a golpe de guerra y subversión, pero no intentes gobernarla si no cuentas con la confianza del pueblo, algo que has olvidado por obra y gracia de la soberbia de tus jefes”. Entonces Hermes, protector de los ladrones y embaucadores, entró en escena: “he oído hablar que Navarra es una razón de estado tanto o más que Esparta. Escucha atentamente: puede que tu alma serena y limpi
El blog de Paco Roda