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Mostrando entradas de octubre 20, 2014

El Deber, un texto de Ludwig Winder

Esta es una novela,  -El Deber- que arranca despacio pero te sube a la montaña rusa en sesenta páginas. Cuando menos te das cuenta, estás metido en la mente de su personaje central. Y ya no podrás salir de de él. Sientes como él, te identificas con él, sabes qué va hacer, porque tu harías lo mismo, y tienes el mismo miedo que él. Porque la vida, su vida, en el caso de vivirla, de haberla vivido así, la habrías resuelto de la misma manera. Esta es la vida de un hombre cortado por la integridad y la eficacia como principios vitales. Pero también la de un hombre que huye de si mismo para encontrarse a sí mismo al final de la novela.   El Deber  ocurre en Praga, en 1939. Los alemanes invaden la antigua Checoslovaquia y el colaboracionismo de su régimen hace tambalear los cimientos de un mundo ordenado y coherente como el de Josef Rada, nuestro protagonista, un funcionario de los ferrocarriles que ve como su vida se interrumpe cuando los nazis secuestran a su hijo. El deber de este

El cinismo de la soledad

Hay un momento crucial en la vida: una voz te indica que ya no vale la pena fingir. Si no la oyes, te harás enteramente responsable de tu mentira. La presidenta Barcina no está en ese momento vital. Más bien pareciera sentirse cómoda en la mentira bastarda que, lejos de asumir, escupe   contra todo lo que le incomoda. En el estado de la nación navarra, aburrido hasta la saciedad, la presidenta rehusó   someterse siquiera un instante al polígrafo de la verdad. Haciendo gala   de su terminal vanidad,   se enrocó   en su papel de víctima. Sabedora que la víctima tiene un enorme poder de dominación,   intentó defenderse   como pudo: utilizando su habitual estado de gracia, ese que usa con dureza para cuidar su amor propio. Pura ficción de saldo. De todas formas, en la sesión parlamentaria, nadie provocó   que su músculo de la vergüenza se agitara. Todos merodearon alrededor de la mierda en que andamos metidos. Pero la presidenta en ese territorio se maneja. En el   territorio del disf