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Mostrando entradas de febrero 9, 2013

Curzio Malaparte

Curzio Malaparte (Prato 1898-Roma 1957) Empecé por Kaputt y me provocó un extraño goce. La guerra, el miedo, la violencia, la muerte, todo se hizo carne, todo sonaba como un arpa en medio de una noche polar. Un frío atronador conmocionaba las frases, una tras otra. Y en medio,  la lírica onírica de un poderoso narrador, resonaba entre la tormenta de frases que quisiera guardar para siempre. Y después vino La Piel . Y no era más de lo mismo, como le han acusado. No. Era una prolongación necesaria de la violencia de un tiempo pasado, pero actual. El fascismo, la guerra y la sumisión, la degradación, lo que perdemos cuando perdemos y lo que somos capaces de perder por no perdernos a nosotros mismos.  Lo que somos capaces, en definitiva, de hacer para seguir viviendo. A cualquier coste. Descubrí a Curzio Malaparte con estas monumentales obras. Pero nada mejor que la  biografía de Maurizio Serra ( Malaparte, vidas y leyendas ) Tusquets, 2012, para adentrarnos en las blindadas entra

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Voceros del populismo

Joan Rossell no solo es el vocero de los empresarios, es la voz del populismo más bastardo. Rossell, el presidente de la patronal empresarial, se suelta la sin hueso, porque tiene los vientos de su parte. Es lógico. Su   inmensa bocaza se abre solo para   dar empujones a los obreros, a los funcionarios y al sistema de protección social. Este tipo sabe jugar duro. Sabe que tiene todo de su parte. Porque diga lo que diga, nadie le va a parar la boca, ni los pies. Su ego, bastardo donde los haya, se crece en medio de la precariedad, de la pobreza, del desempleo humillante. A los funcionarios les acusa de gastar folios y teléfono. Pero le encantaría prescindir de ellos y sustituirlos por contrataciones  de día a día a cargo de ETTs.  Y así, les recomienda subsidio por vena, en vez de servicio público.   Eso sí, le encanta, como a todos los que tienen el ego encogido por la desidia de su personalidad, hacer saltar los plomos de la actualidad. A Rossell, le va la marcha. Pero