Foto: Clemente Bernad María Alonso tuvo cientos de sueños. Pero fue incapaz de desvelarnos el último. No pudo. Se lo llevó a una tumba después que unos falangistas, tras violarla, la asesinaran en Izagre (León) el 10 de octubre de 1936. Ese día el otoño ya anunciaba un invierno negro en un país emponzoñado. Y María, como cientos de hombres y mujeres que fueron exterminados ese día, dejó de soñar. Pero ahora sus sueños sepultados durante años resucitan para reconstruir una memoria proscrita. María Alonso Ruiz era presidenta de Unión Republicana en La Bañeza (León), un cargo envenenado de muerte. En el momento de su detención tenía una infección en su oreja derecha y dejó en casa uno de sus pendientes. Después solo se oyó el disparo de un silencio amargo. Y el eco de una agonía sin desenlace. Cuando en 2008 se exhumaron sus restos de la fosa común, se encontró ese pendiente. Faltaba el otro. Lo tenía su hermana Josefina, presente en la exhumación, que lo había llevado consigo
El blog de Paco Roda