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Mostrando entradas de diciembre 12, 2016

Ultima estación

Obra de Juan Carlos mestre H acía tiempo que aquella mujer había hospedado su juventud en el cáñamo de la noche. De hecho respiraba como un susurro atascado en la agonía. Desde hace cinco años Caronte la espera con su barca amarrada a aquella casa de fúnebres fragancias. Cada noche le susurra al oído unos poemas negros que encienden sus ojos obturados por lágrimas heladas. Aquella mujer había sido visitada por el doctor Alzheimer hacía nueve años. Nueve años, como nueve ángeles recitando versos oxidados. Nueve años suspendidos en el calendario, como un ahorcado abandonado al vendaval de los enamorados. Aquella mujer vivía, sí. Pero cada día clamaba ser exterminada con un aerosol de ternura o morir bajo un arcoíris rociado de acuarelas y nenúfares. Pero no podía. O no le dejaban. Aun sabiendo que respiraba al son de una armonía que solo los muertos conocen.  Y no, esta historia no es un cuento gótico. Es pura vida. O pura muerte. Forma parte de la cotidianidad amarga de nuestro

¿Otro fútbol es posible?

En cierta ocasión que Marguerite Duras estaba sobria dijo “Lo reconozco: el alcohol suplió en mí la función que no tuvo Dios”. Cambiemos el sustantivo   alcohol por fútbol y la cita se convierte en el mejor   microrrelato sociológico que Juan José Millás pudiera imaginar. Y sí, hubo un tiempo en que el fútbol fue un juego de naturaleza popular y una fiesta para los ojos, como decía Eduardo Galeano. Pero aquello se perdió cuando el neoliberalismo económico le hincó el diente a este deporte. Desde entonces   los hinchas dejaron de ser hinchas para ser clientes. Y también los clubes, convertidos en   sociedades anónimas donde no hay socios sino accionistas. Desde entonces, el fútbol, ese juego convertido en emoción, es   algo robado. Algo que ya no nos pertenece. Pero cuestionar el fútbol, ese referente global y socializador bendecido por todo dios y del que participan 265 millones de jugadores, de los que 38 millones son profesionales, es arrojarse a las fauces de las hienas que