T Tu lo ves entrar en la sala de proyección, retorcido, embozado en esa mascarilla que se le antoja el disfraz perfecto en estos tiempos de trágico carnaval, y sabes que este tipo es capaz de desplegar una franqueza que llega a ser indecente. Lo notas desde el principio de “El Drogas”. Sabes que este tipo resentido con el “glam” te ofrecerá un numero de trapecistas ahí arriba sin red ahí abajo. Y así empieza a conquistarte. Con esos primeros compases e imágenes de una música vertiginosa en la que él encontraba todo aquello por lo que valía la pena luchar y vencer. Una música más memorable que memorizable. Lo que ocurre mientras avanza “El Drogas” es que uno mira hacia atrás con vértigo y hacia delante con curiosidad. Lo estuve observando durante la proyección, lo tenía a unas tres filas por delante, y me preguntaba que estaría ocurriendo en esa cabeza mientras observaba su propia vida. Y me dije que tal vez su vida era un sismo que no dejaba de replicarle. Lo noté justo en el momento
El blog de Paco Roda