A medida que uno va cumpliendo años, las borracheras ya no dejan resacas, dejan convalecencias. Con la literatura, con la buena, pasa lo mismo. Este es un texto que te deja convaleciente. Que te gustaría no acabar nunca. Alargar esa vida que narra hasta el octavo día de la creación. Porque sabes que el final es un acto de sabotaje contra el tiempo. Contra esa identidad que te sigue y persigue a lo largo de los años. Hasta que un día se frena en seco. Y entonces buscas los antecedentes de un suspiro. Y sabes, como dijo Cioran, que la vida es esa chulería de la materia. Dice la crítica que "El cuarto oscuro" es una "fascinante biografía familiar", cierto. Y que también es una "reveladora historia del Holocausto". Bueno, no tanto. Hay un Holocausto que aquí no aparece - tampoco es su intención, ni lo pretende- que lo merodea, lo recrea, recuerda, familiariza pasajes, paisajes y paisanajes, pero el infierno del Holocausto queda lejos. Aunque algunas de s
El blog de Paco Roda