Recientemente, una campaña mediática trata de recuperar los bares como espacio de socialización, amistad, fiesta, diversión jolgorio o despiporre. Vaya usted a saber. Vivo en pleno casco viejo de una ciudad que supera con creces la media de bares por habitante. O sea, vivo en una ciudad barizada , que no es lo mismo que barbarizada, pero al tiempo. Una ciudad ocupada, en especial su casco viejo, por un sector económico pujante pese a la constante queja de sus promotores. El casco viejo donde vivo se parece cada vez más a un parque alcohólico-temático al alza, pese a que los hosteleros siempre se quejen del mismo, de las leyes que los limitan y de reglamentaciones en su contra. Pero al parecer no hay negocio tan rentable como los bares. Tal vez habría que preguntar a los camareros y camareras por la calidad de sus contratos y las condiciones laborales. Pero a lo que iba. Mi casco viejo está saturado de bares. Y me acuerdo de una época, ya pasada , en la que las ordenanzas munici
El blog de Paco Roda