El pasado miércoles, el Área de Igualdad del ayuntamiento organizó un debate sobre la prostitución. Bienvenido. Se pretendía así visibilizar a las putas que quieren serlo, justificar su trabajo y desestigmatizar sus identidades. Estuve en el debate. Pero no me pareció tal. Porque el gran debate que arrastra el feminismo desde hace treinta años, entre partidarias de la regulación y la abolición, ni se olió. Allí solo se defendió la prostitución donde los compradores de sexo ahora no son puteros, sino bondadosos hombres faltos de comprensión que encuentran un coño libre de cargas emocionales y sin prejuicios ideológicos neoliberales. Me declaro abolicionista. Pero no he llegado hasta aquí tirando de moral. Ni victimizo a quien usa su coño como herramienta de trabajo. La prostitución, como dice Kajsa Ekis Ekman, no es otra cosa que sexo, a veces puro y a veces duro, y otras veces ni eso, que se da entre dos personas. Una que quiere y otra que no. Pero el deseo está au
El blog de Paco Roda