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Mostrando entradas de mayo, 2016

Antes muerta que sencilla

Quien pasa de la cincuentena lo recordará: Zain dezagun Belagua! fue más que una pegatina inolvidable. Fue un icono movilizador del primer conservacionismo medioambiental. Un grito contra un cuartel militar inservible que se alzó en Yeguaceros por encima de todas las leyes. Por seguridad nacional dijeron. En medio de aquella juerga antimilitarista y ecologista, unos cuantos gipimontañeros llevaban ya más de diez años haciendo del refugio de Belagoa, (1971) un lugar de referencia para el montañismo vasco. Algunos de mis mejores amigos y amigas los conocí allí,   entre perolas y cuerdas de escalar. Aquello duró hasta 2004, fecha en que el refugio, propiedad de la Junta del Valle de Roncal, se cerró. Cosas del tiempo, los nuevos hábitos de consumo y   el nuevo turismo influyeron en ello. Hoy el refugio es un lugar-ruina que enloquece a quien lo recuerda en plenitud. Un no-lugar en el vacío que clama venganza. Pues Navarra es la única comunidad pirenaica que no dispone de ningún re

Caridad alimentaria

Uno tiene larga intimidad con la duda.   Fruto de lo que le ronda y no le cuadra. Y es que no es fácil cuestionar la próxima Gran Recogida organizada por el Banco de Alimentos de Navarra. Porque pareciera que uno está en contra de la solidaridad, de la buena fe y mejor voluntad de los mil voluntarios y abanderados contra el hambre en Navarra. Pues no. Les cuento. Yo no dudo de la buena fe de nadie, ocupe el cargo que ocupe, dentro del BAN. Lo que cuestiono es la gestión, la estrategia, la actividad en sí. Porque esta iniciativa, como otras en España, responde a una nueva beneficencia socializada como valor. Un valor que apela a la buena voluntad privada pero que no cuestiona el núcleo duro de la pobreza social. Que potencia la caridad sin cuestionarse la desigualdad y menos la justicia distributiva. Aunque se diga. Que no nos moviliza más allá del supermercado. Ni siquiera a los voluntarios, convertidos en empaquetadores o transportistas. Que no genera redes de

Dan miedo

Párense en esa mirada. En esa mirada que no es una mirada, sino un asesinato. Miren a esos ojos si son capaces de sostenerle la mirada. Dan causa, dan miedo. Esos ojos no son ojos, son dos puñales afilados que buscan, no consuelo en la otra mirada al vacío de un hombre en el hueco de una tormenta, sino complicidad. Y esos otros ojos del ministro no se asombran, se quedan ahí, petrificados en la escucha bastarda de la próxima víctima, una bandera, un juicio, cualquier cosa. Esa mirada no es una mirada, es un escarnio para la democracia ninguneada y pervertida por esta pareja de servidores de vaya usted a saber qué ley y a qué precio. Dan Miedo. Dan Causa

Rumanos

Son rumanos. Y son gitanos romanís. Nómadas sin territorio, sin estado. Han cabalgado   entre el destierro y el extermino, perseguidos   por los   nazis y   hasta 1958 esclavos en un estado comunista que los disolvió como pueblo a golpe de normalización roja.   Ahora los tenemos entre nosotros. Se calcula que unos 750.000 romanís viven en el reino de España, de ellos unos   420 en Pamplona. Huyen de una Rumanía sobreempobrecida. Y nuestras peores condiciones son sus palacios rumanos. Son nuestros refugiados. Es la minoría étnica más estigmatizada en esta Europa alcoholizada de tolerancia de garrafón. Acusados sin presunción de inocencia alguna. Ciudadanos europeos libres para moverse por un pantanal de prejuicios. Gentes sin empleo, sin ingresos, abocados a una miseria escandalosa. Sobre ellos pesa un racismo indecente, descarado. Por su forma de afrontar una vida que no es vida. Por mostrarnos sin pudor sus maneras de sobrevivir. Eso es lo que nos escandaliza. Su inmerecido derech

Lo que el santo no ve, o cómo cuestionar los Sanfermines sin dejar ser un buen pamplonés

San Fermín. No hay en el imaginario colectivo pamplonés una evocación más simbólica, más vinculante. No hay. Por mucho que te esfuerces, no encontrarás nada que vincule tanto   a un pamplofascista sin rubor con un izquierdista radical libre.   A una votante UPN con otra de Bildu. Y es que El Santo tiene poderes de seducción que llegan más allá de la ideología que profeses. Porque el Santo está por encima de todo. Para justificar todo. Todo en su honor y deshonor. Y es que Pamplona por San Fermín (en adelante Pamplona por SF)   deja de ser una ciudad para convertirse en un   macroevento festivo de proporciones gigantescas que altera la vida e incluso la muerte   de esta gloriosa ciudad. Pamplona por SF ofrece todas las claves simbólicas para generar una identidad colectiva que esconde y omite la   auténtica realidad de la ciudad, que apaga los focos de los conflictos internos, las contradicciones, las diferencias, los usos y abusos cotidianos de la fiesta en sí. Pamplona por SF tra

Pérdida

Tengo edad para recordar épocas mejores. Pero no tanta como   para reconocerme defendiendo aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Porque no es verdad. Pero sí tengo conciencia de haber perdido algo. Algo quizá definitivo. Y esa perdida tiene que ver con la manera de encarar la vida, de entendernos, de pensar, de soñar, de vivir, planificar, trabajar, compartir, disfrutar, escribir, amar   y esperar. Algo definitivo que marcó una idea de destino y de futuro. Pero también una manera de vivir el presente social, personal y colectivo como pueblo, como ciudad   o como grupo de amigos. Algo que tiene que ver con la realidad y con lo que nos toca vivir   cada día. Creo que no solo hemos perdido calidad de vida, pese a los estúpidos análisis de Del Burgo cuando relaciona esto con la cantidad de móviles que disponemos. Hemos perdido mucho más. La ilusión y la confianza   en cambiar   este asqueroso mundo. Y de eso, le   echo la culpa a estos largos años de gobiernos de   derecha

Casa Ortega, de toda la vida

Casa Ortega, Pamplona, calle Mayor, mayo 2016 Uno echa en falta estos escaparates. Esos en los que tu niñez se ve reflejada policromada de  sensaciones. No por echar la mirada hacia atrás en busca de la nostalgia melancólica, que es el principal aliado de la neurosis, sino porque esa mirada hacia atrás te habla de un tiempo más amable. Mucho más. Esta tienda lleva en esa calle muchos años, resistiendo el paso el tiempo, incluso sus dependientes y dependientas mantienen las mismas vestimentas de hace años. Con sus miradas tranquilas, acogedoras y amables. Su lentitud ajena a ordenadores y cajas registradoras. Auténticos apóstoles de la sobriedad y austeridad bien entendida. Apóstoles del decrecimiento acumulado por un saber hacer sin querer ser. Ni más ni menos. Resistiendo el envite voraz de cortesingleses y otras marcas inditexadas,  asesinas de pequeños comerciantes precarizados por una invasión descompuesta. Ortega resiste. Como un baluarte en medio de una calle Mayor que es

Los apóstoles del ¿cambio?

Aquellos dos jóvenes tenían orígenes diferentes aunque decían ser hijos de la misma madre. Uno procedía de la camada de socialistas guapos que apuntalaron la socialdemocracia más bastarda, y el otro se había preparado para asaltar los cielos después de un encuentro con Lenin cuando tenía cinco años. El uno se llamaba Pedro y dijo que sobre aquella piedra, llamada España, escribiría su historia. Pablo, el otro apóstol de la izquierda emergente, dijo que jamás reconocería a un hermano que le había negado tres veces. Y así ha sido. Pedro le ponía tesón, incluso su salmodia pretendía recuperar el tiempo perdido. Pero tenía un grave problema con su mitra socialista. Y es que él no mandaba en su reino. Había barones que le recordaron que las aguas no se dividen por arte de magia. Que hay líneas rojas marcadas a sangre y fuego. Que si no se acordaba. Que qué se pensaba. Y aquellos barones le recordaron que lo de pactar con los arcángeles bastardos de la secesión ni hablar. Ni siquiera

¿Hay razones todavía para el Primero de Mayo?

De qué sirve decir que los derechos sociales, conquistados por cinco generaciones del movimiento obrero mundial están en bancarrota. De poco. O de nada.   Claro, hablar del Primero de Mayo aquí, en la Comunidad de la excelencia, de la sobreabundancia, de la primacía   en casi todos los órdenes de la vida espiritual, algo menos de la   corporal;   laboral, empresarial, comercial, deportiva, turística, religiosa, cultural o, hasta gastronómica,   es poco menos que un desafuero. Hablar del Primero de Mayo aquí y en 2007, en la Navarra sobresatisfecha, sobredimensionada, sobrada de índices de calidad, excelencia, eficacia, eficiencia y demás ítems valorativos de nuestra calidad de vida, es un atentado. Ganas de joder la manta. De hacerse el gracioso.   Demagogia de saldo o jipitrasnochismo biodegradable.   De no saber de qué va, de verdad, la realidad social, política y laboral de esta Comunidad. Una tierra   llamada a ser la California del Norte. Claro, hablar de esta efemérides ranci