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Mostrando entradas de noviembre 4, 2019

Y el vivo al bollo

  Foto: Cristina García Rodero ¿Quién puede negarle un favor a un muerto? Me hice esa pregunta mientras caminaba   la semana pasada por el cementerio de Pamplona. La tarde era cálida y transcurría bajo un cielo incendiado. Estaba cercano el uno de noviembre y los muertos esperaban, como cada año, a seguir muriendo. Entré por la Puerta del Río y observé que algunas familias gitanas, de luto inmaculado, cerraban los ojos de sus muertos, porque dicen que si no, el cadáver permanecerá en un estado de semivigilia y nunca morirán el todo.   Y rociaban   sus tumbas con   rosas, claveles   y camelias; como si quisieran conquistar la eternidad. Cerca de ellas, en la calle de San Marcos, algunas mujeres llevaban gravada en el rostro la hipoteca del dolor y la soledad. Y sobre la tumba de sus seres queridos depositaban lágrimas de santidad. Por la mirada que alguna de ellas me dirigió, sospeché que quizás, aquellas viudas no le temían al breve instante de la muerte, sino