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Mostrando entradas de enero 30, 2017

Tirarlo o no tirarlo

Este fin de semana en Pamplona, unas jornadas han abordado un debate incómodo. Qué hacer con el Monumento a los Caídos, un edificio que   se levantó en honor   de los vencedores de una guerra bastarda. Un asunto en el que es difícil   ser imparcial. Porque   serlo sería una traición a la verdad. En juego hay restos de sangre, memoria, emoción, duelo, dolor, dignidad, traición y más. Tanto, que no caben en esta columna. No tengo la memoria familiar   ensangrentada. Pero conozco a   gente con una retahíla de familiares   fusilados   cuyas almas todavía aúllan en las entrañas de la tierra. Siguen desaparecidos mientras nos entretenemos en buscar    el sentido, uso o continuidad   de un edificio levantado en   honor   de una sola sangre. Y encontrarlos quizás fuera lo   prioritario, más allá de este necesario debate. Pero puestos a pensar, creo que este asunto no puede resultar amable para nadie. Ni resolverse con la prisa pisándote los talones. Ni hacer las cosas por si acaso. Y sa

Mestre Maestro Mestre

He aquí a un hombre construido sobre el alambre de un poema, un hombre de una voz dorada que te llega rasga el alma, que te la inmacula con un aspersor de bienvenida tristeza. Mestre no debería ser de este mundo. Pero para su desgracia lo es. Y por suerte para quienes lo oímos desde las profundidades de la emoción, desde las alegorías imposibles de la lucidez. Mestre me recuerda a esos profetas paralizados por éxtasis robados. Oír recitar a Mestre supone experimentar un juego de química en el que te das cuenta que estás escuchando a un mártir de la sensatez. Porque frente al estoicismo de saldo que nos preside, Mestre suena como un epitafio en medio de un misterio.  Inmenso Mestre en Pamplona, junto a Paco Ibañez,  con motivo del final de unas jornadas en las que se juzgaba al franquismo arquitectónico que aún perdura en nuestra ciudad.