Vivimos rodeados de victimismos, de gente que se viste cada día con la a piel de un cordero degollado. De gente victimizada por la vida y la muerte, la pena y la alegría, la pobreza y la enfermedad, de gente que ha hecho de su rol de víctima una bandera de la existencia, de gente de todo tipo y condición que usa el victimismo como arma de poder. En el trabajo, en la familia, en las cuadrillas de amigos y amigas, en la política, en los grupos, en los partidos. En cualquier sitio levantas una piedra y aparece una víctima de algo. Este libro destroza a las víctimas y las pone en su sitio. Y las evidencia, las ubica en ese lugar que se merecen que no es otro que la deconstrucción de su poder. Un poder tóxico y contaminado por la incontinencia de una personalidad carente de autonomía e inmune a cualquier crítica.
El blog de Paco Roda