"Mefistófeles" Joaquín Espalter, 1872 Aquella ciudad estaba acostumbrada a respirar un aire extremadamente puro. Tanto es así, que muchos ángeles custodios sobrevolaban sus cielos para oxigenar sus pecados. En aquella ciudad se vivía de corrido, como en una circularidad constante. Sin sobresaltos. Porque aquella ciudad presumía de su bienestar hasta el punto de creerse un estado soberano sin más ley que la satisfacción por decreto. Así era aquella ciudad. Rica, ordenada, tranquila y eternamente agradecid a a su destino inscrito en letras de oro. La gente allí no rezaba, solo recitaba este salmo: “la primera receta de la felicidad es evitar la meditación prolongada del pasado”. Por eso allí el pasado ya no se conjugaba. Porque el presente había hecho acopio de toda la prosperidad jamás ideada. Pero también tenía sombras. Otra cosa es que no las reconociera ni cuando el cielo estornudaba y dejaba al descubierto los sumideros donde habitaban gentes que respiraban con un p
El blog de Paco Roda