En tiempos, ETA cansó a la sociedad vasca – no digamos a la española- de palabra, obra y omisión. Y también lo hizo la propia gestión política y emocional del conflicto o como usted lo quiera nombrar. La sobreabundancia de sucesos, noticias, análisis, acontecimientos, idas, venidas, entradas y salidas del fenómeno y la información que generaba, abusó de la paciencia ciudadana. De su capacidad de entender qué estaba pasando y a qué precio había que vivir. Todo ello ocurría superado por la incertidumbre o el miedo, las hipotecas ideológicas o la obediencia debida. O por todo a la vez. Gran parte de la traca final de ETA responde al aburrimiento, a la desidia, a la indiferencia ante la violencia, la muerte, la persecución, el odio, la tortura y la banalidad ante tanto sufrimiento. En el fin de ETA influyó la política, en parte, y también la sensatez de muchos, pero también una actitud social de indiferencia ante todo lo reiterativo por decreto. Ante una situación que parec
El blog de Paco Roda