Fotografía: Museo Balenciaga Llega el calor abrasando la sesera como una convicción religiosa y el sonido de los grillos aletarga las neuronas. Es tiempo de buscar en la siesta un tiempo para la redención mientras el alma se pasea por el cuerpo, sondeando un hueco donde tomarse un respiro. Incluso esta ciudad baja su nivel de confrontación y se prepara para esa fusión festiva entre la resistencia y el desorden que culmina en miles de relámpagos de alcohol. Quisiera irme tranquilo después de un año siniestro y cruel donde la muerte y la mentira, enquistadas en las pasiones del poder, han marcado el ritmo de una sociedad que necesita descansar de tanta derecha. Quisiera disfrutar del tiempo detenido, de un ritmo impuesto por los vermúes de media mañana, las gambas a la plancha y un sol de justicia abrasándome los sesos. Pero sé que se trata de una ilusión, que en este tiempo reblandecido y sin aristas, los asesinos seguirán limpiando la sangre del cuc
El blog de Paco Roda