Pasé por aquí y vi gente que se hacía selfies encaramada en esta barcaza que había transportado muertos que buscaban la Tierra Prometida huyendo del hambre o de la guerra. Así, sin puntos ni comas, de seguido. Me fijé que esta patera se había varado frente a un banco que recién había hecho un ERE bestial contra miles de sus empleadas. Esa patera estaba encallada sobre las alcantarillas por donde circulaban millones de euros al día. En plena milla de oro de Iruña. ¿Quizás queriendo tensar al Capital? Aquello me dio que pensar. No dudo –en principio- que quien ha tenido la idea de conmocionarnos con esta presencia visual, lo ha hecho de buena fe. Como si necesitáramos un aleccionamiento moral sobre la degradación capitalista, la desigualdad y el racismo. Pero tengo mis dudas sobre el efecto. Cuando vi a la gente subida en la patera haciéndose fotos sobre lo que un día fue un ataúd pensé que esa tragedia se había desmaterializado, se había banalizado, como el mal que ya anunciara Hanna
El blog de Paco Roda