El todavía Príncipe, llamó a los republicanos e independentistas del Congreso: Uxue Barcos, Sabino Cuadra, Tarda y Bosch, y les invitó a cenar en una tasca de mala muerte del Madrid de los Austrias. Él se lo tomó como una despedida de soltero. Ellos como una confesión de urgencia. Entre callos, calamares y vino peleón, la cosa se fue animando hasta que los independentistas se soltaron la sinhueso. El Príncipe se mostró cauto y receptivo. Días atrás, el Congreso cosechó intervenciones de largo recorrido a cargo de secesionistas y antimonárquicos. Ahora estaban frente al poder real. Mano a mano. Y se cruzaron palabras mayores que el Príncipe ya había oído a escondidas. A los postres, el Príncipe les dijo: hay tiempo para todo en este reino de España que quiero inaugurar el jueves. Eso si La Roja, no se destiñe antes. Llegó el jueves 19 de junio, el sol ardiente había convertido los leones del Congreso en corderos al chilindrón. Sus señorías con las mejores galas s
El blog de Paco Roda