Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2017

Caprabas

Foto: Navarra elespañol Oigo que las currelas de Capabro le han plantado cara a la Dirección de este súper, y me he venido arriba. De repente la clase obrera, aunque sea disociada y episódica,   es noticia. Y es que un grupo de trabajadoras se planta ante el despido de dieciocho compañeras. Un acto de otro siglo frente al obrerismo desclasado y el sindicalismo desnortado. Suelo comprar en Caprabo cuando no lo hago en las tiendas del barrio. Este sitio me cae bien. Y me jode que lo cierren debido a presiones de otros tiburones de la especulación mayorista. O quizás porque nuestro consumo irresponsable, comprando merluzas a tres euros, rompe la cadena de sostenibilidad del mercado justo. Y eso influye, aunque usted no lo vea, sobre las relaciones laborales por la grieta más débil: la mano de obra precarizada y necesaria para sostener   precios y salarios basura. Imagino además que entre las socias cooperativistas y los currelas a pie de nómina, no será fáci

Hubo un tiempo

En que las cosas estaban claras. O cuando menos en su sitio. Las cosas de la vida,   la muerte, del amor y del día a día; las creencias, las utopías y hasta   el lugar que uno ocupaba en el mundo. Todo estaba en su sitio. Sabíamos a qué atenernos. Usted sabía las reglas del juego. Uno militaba y amaba y sabía porqué y para qué . Uno tenía fe, el que la tenía, y le servía para interpretar los designios del pasado, del presente y hasta del futuro. Porque el destino no era un juego trucado y el presente sucedía al pasado. En definitiva, estábamos armados de un yo fuerte y sin fisuras. Y si éramos rehenes, sabíamos el precio del rescate. Pero   ese yo   fuerte y cartesiano se ha fragmentado en mil pedazos. Ya   nadie sabe a qué atenerse. Su vida, la de usted y la mía,   es un itinerario a la deriva que puede recalar en varios puertos, reconstruirse decenas de veces y reinventarse en sucesivos yoes edificados sobre los restos de no pocos naufragios   amorosos o sobre los numerosos  

Podemos o Pudimos

Oigo a Iglesias o a Errejón y, qué quieren que les diga, me cansan. Hilvanan tanto sus argumentos, los retuercen con tanta explosividad argumental, que ya no se si quieren seguir asaltando los cielos o huir del fuego cruzado de la realidad. Sus ejercicios de retórica son muy acústicos. Porque están compuestos para refutarse con brillantez sonora. Hasta ahí todo bien. Pero llega un momento en que esa inflación argumental se desparrama por el vacío. Por la nada inocua. Les oyes y desconectas porque sabes de antemano que nada nuevo va a ocurrir tras   ese cruce de megalómanas disquisiciones que se han ido alejando de las vidas reales de la gente. Porque esas gentes a las que ambos aluden no esperaban esta rehabilitación general de las herejías. Solo creyeron que Podemos podía redimir su desactivada manera de soportar esta perra vida.                   Que qué ha pasado en Podemos para llegar a esto. Hay gente en Podemos que lo sabe. Porque no andan escasos de cerebros. El problema

El lanzallamas

Estoy hasta ahí mismo de Paulo Coelho, Eduard Punset   y Jorge Bucay, gurús de la autoayuda que nos venden sin garantía alguna que todos los problemas tienen solución cuando sabemos que muchos no la tienen, que todo pasa, que sea usted mismo y que se joda el mundo, que deje de desesperarse por estar en paro, que haga de esto, de estar en paro, separado, gordo o enfermo terminal una oportunidad de cambio, que sonría por decreto a una vida de mierda, que positivice esa vida que no es vida porque hasta un demonio enloquecería de tristeza, que le de la vuelta a su depresión, que coma sano porque le hará mejor persona, que afronte la semana como si cada día fuera viernes por la noche, que busque en su interior hasta encontrar un trébol de treinta hojas, que usted es un triunfador de serie y que si naufraga haga suya la frase de Samuel Beckett que decía: “fracasa otra vez, fracasa mejor” Y una mierda. La felicidad no se impone por decreto.              Así que si están e