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Mostrando entradas de octubre, 2017

155 "a la navarra"

El Roto El gran problema de la derecha navarra ha sido y es sentirse única. Indispensable. Como el pan nuestro de cada día. Nuestra derecha siempre ha sentido que estos 10.390Km² de foralidad les pertenecen. Por designio divino y por encargo de la historia. No olvidemos que aquí se fraguó el golpe de estado fascista. Y no, no vincularé a aquella banda de cuarteleros sanguinarios con esta derecha que hoy trata de inmunizarnos de contagios nacionalistas. Pero aquel sustrato redentorista que sirvió de coartada para la gran matanza civil, hoy le sirve a Ana Beltrán (PPN) como excusa para resucitar el miedo de los miedos. Y es que esta derecha navarra adolece de teóricos de altura que sepan argumentar sin inflamar sus venas de populismo. Por eso necesitan echarse al monte, tirar de miedos y de recursos ideológicos de saldo. Esta semana Ana Beltrán se ha arrancado por bulerías forales entonando el Apocalipsis navarro en fa mayor.  La soprano de la derecha ha dicho «La a

Delincuencia y Renta Garantizada

  No defenderé aquí a delincuentes. Pero tampoco participaré de su linchamiento.   Sobre todo si son gitanos. Y además, rumanos. El colectivo más estigmatizado de Europa. Digo esto, tras la escandalosa yihad mediática sobre la población romaní a raíz de la detención en Pamplona de una banda implicada en robos, trata de mujeres y prostitución. Algo muy grave. Y sí, es cierto que algunos implicados percibían la Renta Garantizada. Pero es por su actitud delictiva y   no por el cobro de esta prestación por lo que deben ser juzgados. Pero UPN, PPN, algunos medios y no pocos racistas salidos del armario han convertido este delito en un lanzallamas contra las políticas de protección y la garantía de ingresos en Navarra.   Y han mezclando derechos sociales, dinero público y etnia.   Una ciénaga solo apta para populistas de ética pasteurizada y dinamiteros de los sistemas de protección social.               Y es que el PPN ha acusado al Gobierno de Navarra de “estar subvencionando c

Rajoyazo

Puigdemont se presentó ante el Parlament catalán con la espalda encorvada por el peso de la renuncia. Cargando con esa resignación que oxigenaba un tiempo que apestaba a   sulfuro. Y habló. Pero Rajoy, de quien dicen se aplicó el verso de Kipling: “si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan”,   hizo como si no entendiera. Pero Rajoy sabe de sobra lo que Puigdemont   quiso decir cuando dijo lo que dijo. Y le sorprendió. A él y a sus ministros alcoholizados de   soberbia infinita.   Y supo enseguida que se enfrentaba a un requiebro que le exigía posicionarse más allá del brazo en alto con la camisa vieja. Pero Rajoy, como buen caudillo africanista, no está   dotado para la negociación, sino para la humillación. Hablemos claro. Rajoy no actúa, pese al periodismo tóxico, desde la responsabilidad.   Actúa para el consumidor español de cruzadas. En 1992, Fernández Ordoñez le dijo a Felipe González: “Felipe, el gran problema de España será Catalunya”. Pero para Rajoy, Catalunya

Espanya

La España castrense, la de Austrias y Borbones, donde nunca se pone el sol, la de validos y cardenales, la de la cabra legionaria, la del Caballero del verde Gabán , la de Góngora y la Contrarreforma, la España de Dionisio Ridruejo,   la del Partido Alfa y Primo de Rivera, la España del resentimiento, y la del Cardenal Segura, la del periodismo de intoxicación, la de los cuadros de Goya, en especial ese donde dos hombres se muelen a palos a orillas del Manzanares, la de Gravina, Churruca y Alcalá Galiano, la España de Galdós y Trafalgar, la de ABC y la Razón, la del Capitán Alatriste ,   la de Acebes y Zaplanas, la de la COPE, la de virreyes y gobernadores, la del barrio de Salamanca, la de FAES y los Campos de Castilla , la de pascuas militares y cantos regionales, la España del Español y   los Siete pecados capitales , la de Díaz Plaja, la de la Villa y Corte, la de los Héroes de Mayo, la de Luces de Bohemia y   Los Episodios Nacionales , la España del

El miedo que viene

Mucha gente siente el miedo soplándole en el cogote. Susurrándole   como un grito infantil   a media noche. Ese miedo estaba dormido en la memoria sólo de algunos. Pero ahora emerge resucitado de entre los escombros de una democracia incautada. Como el miedo que provoca un cadáver pescado en las profundidades. Mucha gente, esa que nunca sabemos dónde guarda sus sueños, no podía creer que llegáramos hasta aquí. Otros, sin embargo,   pensamos que el miedo había buscado otras guaridas. Pero no, está aquí, agazapado tras un toque de corneta. Y saben de qué hablo. Va un rey y habla. Como un vendedor de retórica de saldo. Detrás de él, un Borbón ilustrado pero con nula mollera, le mira de reojo. Y más atrás, una corte de validos, cortesanos corruptos y defiendepatrias   de corazón ennegrecido, cuya ética no cotizaría ni en el infierno, le dictan un   discurso envenenado. Esa gente ha llegado hasta las entrañas de la perversión pero siente un místico noviazgo con la sensatez.   Esta