Diré con Rodrigo Fresán, que una guerra no tiene ninguna estructura comprensible a no ser que se vea desde lejos, y mucho tiempo después, una vez que ha terminado. Vaya por delante que lo que sigue no pretende justificar nada. Nada. A lo sumo, compartir mis contradicciones. Porque de mis certezas apenas quedan los mástiles rotos de una fe en bancarrota. Y no sé como escribir, sin excusarme por ello, que esta guerra es la guerra que otros quieren que sea. Incluso el relato emocional, el del miedo, la compasión, el dolor y la pena y hasta el de la mala hostia, es lo que otros quieren que sea. Digamos que esta es nuestra guerra porque la sufre gente que podíamos ser nosotros mismos. Pero ese nosotros, en primera del plural, se conjuga diferente que en Siria, Irak o Afganistán. Lo siento. Pero huele a hipocresía. Y esto no mitiga las responsabilidades, de un lado y de otro, ni obvia las sangres derramadas. Lo decía una periodista española muy emocionada desde la frontera entre Po
El blog de Paco Roda