Sé que estas líneas no servirán de nada. A lo más para aplacar mi propio desconsuelo. A veces uno escribe para eso. Pero hoy ni siquiera. Y sí, ayer allí hubo una alta concentración de indignidad en la calle. Y muchas palabras alzadas como banderas arrastradas por el fango. Cómo no hacerlo ante la desecación humanitaria en Gaza. Como no hacerlo cuando allí la gente respira como cuando uno acaba de ser alcanzado por un disparo perfecto. Pero ayer sabíamos que hoy todo seguiría igual. Los mismos telediarios, las mismas imágenes teñidas de sangre y ceniza. Y el tremendo delirio de la agonía convertido en el postre de cada día. Y así nos preguntamos qué tiene que pasar para que miles de niños dejen de ser asesinados porque Netanyahu piensa que no pasa nada por matarlos. Qué tiene que pasar para frenar este genocidio permitido de palabra, obra y omisión por medio mundo donde las pocas palabras en contra suenan como voces sin eco. Ingenuamente te preguntas también, quién puede dar l
El blog de Paco Roda