Cuando antes “te comulgabas”, se decía así, como se dice, te vestías o te levantabas, porque comulgar, aunque era un verbo muy irregular, de día y poco más, se conjugaba como uno regular; porque servía para regularizar tu contrato con una fe que después perderías. Porque ya intuías que aquello sería una forma de esclavitud. En fin, cosas de cada cual. Pero a lo que iba, que cuando te comulgabas, te regalaban cosas así: unos cubiertos de plata grabados con tus iniciales. Y tu abrías aquella caja con este contenido y decías para qué habiendo scalextrics y coches de bomberos y fuertes con indios y todos esos deseos binarios, sexistas y hasta racistas que manejabas con la ignorancia de aquellos años donde todavía tus padres tenían proporciones totémicas. El otro día se cumplieron muchos años de este regalo de mediados de mayo. Los vi y me confirmaron la ausencia de sus donantes.
El blog de Paco Roda