Una y otra vez. Desde hace veinticinco años, una banda de pijos arropados por las grandes multinacionales automovilísticas del mundo, saquean la dignidad de una parte del continente negro. Una vez más, el París-Dakar, vendido como la prueba reina de la aventura para insolentes sin conciencia, surca las arenas, los pantanos, las tierras más pobres del mundo. Esta banda de intrépidos aventureros de pacotilla van de “echaos palante” porque se saben protegidos por los beneficios de una ciencia y una técnica negadas a la tierra que arrasan con sus motos, coches y camiones. Ya me gustaría verlos despojados de su riqueza y seguridad occidentales en busca de la auténtica supervivencia personal. El Dakar 2004 vuelve cargado de cifras de escándalo. Unas cifras que se exhiben sin pudor allí donde el hambre, la miseria, el sida, la violencia, la emigración, la desgracia y la guerra claman una urgente intervención social, económica y política. El París-Dakar recorrerá 11.163 kilómetros p
El blog de Paco Roda