Una
y otra vez. Desde hace veinticinco años, una banda de pijos arropados por las
grandes multinacionales automovilísticas del mundo, saquean la dignidad de una
parte del continente negro. Una vez más, el París-Dakar, vendido como la prueba
reina de la aventura para insolentes sin conciencia, surca las arenas, los
pantanos, las tierras más pobres del mundo. Esta banda de intrépidos
aventureros de pacotilla van de “echaos palante” porque se saben protegidos por
los beneficios de una ciencia y una técnica negadas a la tierra que arrasan con
sus motos, coches y camiones. Ya me gustaría verlos despojados de su riqueza y
seguridad occidentales en busca de la
auténtica supervivencia personal.
El Dakar 2004 vuelve cargado de cifras de
escándalo. Unas cifras que se exhiben sin pudor allí donde el hambre, la
miseria, el sida, la violencia, la emigración, la desgracia y la guerra claman
una urgente intervención social, económica y política. El París-Dakar recorrerá 11.163 kilómetros
por Marruecos, Mauritania Mali, Burkina Faso y Senegal. Su presupuesto asciende
a seis mil millones de las antiguas pesetas. La organización de este evento se
embolsará casi nueve mil millones de pesetas de las de antes en publicidad mundial y gastará casi dos
millones de litros de combustible para alimentar a los casi quinientos vehículos de todo tipo y
condición que arrasarán, de nuevo, las tierras despojadas de África. La ganancia total de esta salvajada ecológica
generará no menos de cuarenta y dos millones de euros.
Pero
mientras estos desalmados se pasean por África, Marruecos ve aumentar su población pobre. En 1999 eran 3,1 millones
de personas, en el 2002 ya eran 5,81 millones. Mientras en la Europa rica el
gasto en salud per capita era, en 2002,
de 482 dólares, en el África subsahariana era de 29 dólares. Otro
dato, en Europa el gasto en educación
primaria por alumno era de 4.200 dólares-año pero en el África subsahariana sólo llegaba a 48
dólares ese mismo año. En esta misma zona de África malviven 125 millones de
personas con menos de un euro al día. A todo esto, cada año, miles de
subsaharianos intentan hacer su particular Dakar-París, la auténtica aventura
para sobrevivir y salir de la pobreza en busca de una tierra prometida. Las pateras no tienen ningún patrocinio
comercial. Todo lo más un destino
cruzado o una cita con Caronte. Sólo en el 2003 han muerto, que se sepa, más de 1.200 africanos intentando llegar a
las costas europeas. La Europa, que se dice de la solidaridad, debe parar esta infamia, esta vergüenza comercial,
este atentado contra este
continente.
Este artículo fue publicado en 2004 en Diario de Noticias. El próximo día 3 de enero comienza la 38ª edición del Dakar en Argentina, ese evento que mueve millones de euros a cambio de un espectáculo que durante años ha olvidado la dignidad de los paisajes y paisanajes africanos. Este evento se replantea por boca de su director Etiene Lavigne volver a Africa, a ignorar la desigualdad y la pobreza de tierras como Angola o Namibia. Todo a cambio de un espectáculo que mueve millones de euros a la velocidad que sus insensibles pilotos son incapaces de analizar .
Este artículo fue publicado en 2004 en Diario de Noticias. El próximo día 3 de enero comienza la 38ª edición del Dakar en Argentina, ese evento que mueve millones de euros a cambio de un espectáculo que durante años ha olvidado la dignidad de los paisajes y paisanajes africanos. Este evento se replantea por boca de su director Etiene Lavigne volver a Africa, a ignorar la desigualdad y la pobreza de tierras como Angola o Namibia. Todo a cambio de un espectáculo que mueve millones de euros a la velocidad que sus insensibles pilotos son incapaces de analizar .
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