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Dakar 2016


Una y otra vez. Desde hace veinticinco años, una banda de pijos arropados por las grandes multinacionales automovilísticas del mundo, saquean la dignidad de una parte del continente negro. Una vez más, el París-Dakar, vendido como la prueba reina de la aventura para insolentes sin conciencia, surca las arenas, los pantanos, las tierras más pobres del mundo. Esta banda de intrépidos aventureros de pacotilla van de “echaos palante” porque se saben protegidos por los beneficios de una ciencia y una técnica negadas a la tierra que arrasan con sus motos, coches y camiones. Ya me gustaría verlos despojados de su riqueza y seguridad occidentales  en busca de la auténtica supervivencia personal.
El Dakar 2004 vuelve cargado de cifras de escándalo. Unas cifras que se exhiben sin pudor allí donde el hambre, la miseria, el sida, la violencia, la emigración, la desgracia y la guerra claman una urgente intervención social, económica y política.  El París-Dakar recorrerá 11.163 kilómetros por Marruecos, Mauritania Mali, Burkina Faso y Senegal. Su presupuesto asciende a seis mil millones de las antiguas pesetas. La organización de este evento se embolsará casi nueve mil millones de pesetas de las de antes  en publicidad mundial y gastará casi dos millones de litros de combustible para alimentar a  los casi quinientos vehículos de todo tipo y condición que arrasarán, de nuevo, las tierras despojadas de África.  La ganancia total de esta salvajada ecológica generará no menos de cuarenta y dos millones de euros.
Pero mientras estos desalmados se pasean por África, Marruecos ve aumentar  su población pobre. En 1999 eran 3,1 millones de personas, en el 2002 ya eran 5,81 millones. Mientras en la Europa rica el gasto en salud per capita era, en 2002,  de 482 dólares, en el África subsahariana era de 29 dólares. Otro dato,  en Europa el gasto en educación primaria por alumno era de 4.200 dólares-año pero  en el África subsahariana sólo llegaba a 48 dólares ese mismo año. En esta misma zona de África malviven 125 millones de personas con menos de un euro al día. A todo esto, cada año, miles de subsaharianos intentan hacer su particular Dakar-París, la auténtica aventura para sobrevivir y salir de la pobreza en busca de una tierra prometida.  Las pateras no tienen ningún patrocinio comercial.  Todo lo más un destino cruzado o una cita con Caronte. Sólo en el 2003 han muerto, que se sepa,  más de 1.200 africanos intentando llegar a las costas europeas. La Europa, que se dice de la solidaridad, debe  parar esta infamia, esta vergüenza comercial, este atentado  contra este continente. 

Este artículo fue publicado en 2004 en Diario de Noticias. El próximo día 3 de enero comienza la 38ª edición del Dakar en Argentina, ese evento que mueve millones de euros a cambio de un espectáculo que durante años ha olvidado la dignidad de los paisajes y paisanajes africanos. Este evento se replantea por boca de su director Etiene Lavigne volver a Africa, a ignorar la desigualdad y la pobreza de tierras como Angola o Namibia. Todo a cambio de  un espectáculo que mueve millones de euros a la velocidad que  sus insensibles pilotos son incapaces de analizar .


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