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Mostrando entradas de junio, 2015

Unas fiestas sin igual

Que decir que no se haya dicho ya de estas fiestas sin igual, nada y todo. Desde el ínclito Iribarren al heterogéneo y novísimo Izu. Hablar de los Sanfermines, diseccionarlos, psicoanalizarlos, aventurarse en el siempre peligroso ejercicio de opinión sobre ellos, es siempre un trance indigesto. Digamos que éstos, a fuerza de no entenderlos, o de entenderlos demasiado, se han blindado contra toda apreciación, valoración, crítica o ITV sociológica. Se bastan y se sobran para ser lo que son, sin que nada ni nadie dicte sobre ellos sentencia, ni absolutoria ni condenatoria. Son, y ya está. Como parte de un tiempo y espacio metasociológico blindado por la santa tradición. Cómo si nada ni nadie pudiera contra la mordaza del dogma histórico que los envuelve. Deliberar sobre ellos pues, es siempre un riesgo al que responde el programa oficial: déjese de monsergas y vívalos. Cierto. Uno lleva años viviéndolos: emborrachándose hasta naufragar en una encefalopatía hepática, rompiéndose el goll

Verano

                                                 Llega el verano. Ya las chicharras cantan hasta el anochecer y todos   buscamos cualquier excusa para ralentizar nuestras neuronas. Incluso esta ciudad baja su ritmo de confrontación y se prepara para esa fusión entre la resistencia y el desorden que culmina en un relámpago que sólo descarga alcohol.   Quisiera irme tranquilo, al compás de un tiempo parado, de un ritmo cadencioso impuesto por los vermúes de media mañana, las gambas al ajillo y un sol de justicia abrasándome   los sesos. Pero este tiempo laxo de pensamiento débil y realismo sucio es implacable. Así que, durante el estío, los asesinos seguirán limpiando la sangre del cuchillo con su propia saliva, los   estafadores tramitarán su declaración de la renta con un saldo negativo, los cursos de verano versarán sobre la excelencia del codillo de cerdo, David Bisbal compondrá canciones para ser escuchadas en el depósito de cadáveres, algún   periodista sin escrúpulos   gan

Investidura

L a futura presidenta se concentró con la elegancia que requiere un ritual sagrado. La noche anterior cenó frugalmente y se acostó bajo el efecto onírico de la novela de Saizarbitoria,   Hamaika pauso . Se levantó al alba, cuando la luz disecciona los sueños más extraños. Se acicaló y recompuso su cuerpo como un samurái antes del combate. Se sentía entera y verdadera; si bien a la altura del diafragma notó un   big bang  que explosionaba con cada respiración. Supuso que eran los nervios propios de quien va acceder a un estado de gracia tensionado por noches de vigilia y días de gloria. Mientras se miraba en el espejo retocando las briznas de su fina cabellera, apareció su imagen de años atrás. Sabía que aquella mañana le obligaba a un esfuerzo especial. Pero no más que otras mañanas en las que el combate por la vida le había exigido sobredosis mayores. Ahora se enfrentaba a un poder envenenado que había que purgar con matarratas. Conocía su perversa alquimia fusionada por los mayore

Enferma

Mientras hacía la compra en el supermercado del barrio, donde  uno se da cuenta que tenía una cita con Dios pero se olvida por estar ocupado en asuntos más importantes, vi a una mujer en una silla de ruedas empujada por otra mujer latinoamericana de rasgos indios. La acompañante cuidadora la dejó en un pasillo mientras ésta se disponía, tras las ordenes de la mujer enferma, a hacer la compra. Una sensación de tristeza me invadió. Miré a la enferma, elegante, recién salida de la permanente, uñas arregladas, silla  impoluta, ropa cara y unos ojos tremendamente tristes que clamaban piedad.  La enfermedad la estaba enterrando en vida. Eso pensé. Quise irme corriendo de allí. Para que Caronte no se quedara con mi cara. Ya en la calle pensé que huía de la extirpación constante del dolor, de una política cotidiana definida por el aprender sin pedagogía, de la política del talante sin talento, o de la exigencia sin decisión. La mujer enferma llevaba sobre su regazo un  libro de Vicente Ver

Contraportada cargada de bilis

Diario de Navarra, 18 junio 2015 "Cambio de look" Lean esto. Es del Diario de Navarra de hoy mismo. En la contraportada. Donde este medio suele guardar la ultima cuchillada. Se refiere a la sesión de ayer, la constitución del Parlamento de Navarra. Destila amoniaco, veneno de alta densidad. Se refiere el articulista a una sesión en la que hubo un "lifting emocional" o una "estética palestina de cambio". Me gustaría ser políticamente correcto. Pero no puedo. Quien redacta esto no ha hecho el duelo político que toda democracia enseña cuando tus principios e ideas no son mayoritarias. Y lo peor, no quiere hacerlo porque se considera habitante del altiplano de la verdad profética. Este periódico está cargando las bayonetas día sí día también. Para vengar la ausencia de los vencidos democráticamente. Y este medio debería callar, al menos por un tiempo, ayunar de ante tanta bilis vomitada y la que queda por vomitar. Porque un tiempo de silencio fortalece el

Retos de las Políticas Sociales ante el cambio: Navarra

Si en algo han coincidido la mayoría de partidos de izquierda y centro izquierda durante la campaña electoral, ha sido en la necesidad de defender, articular o impulsar las políticas sociales absolutamente destrozadas por el gobierno del PP, aunque éste, de manera eufemística lo defina como ajustes técnicos necesarios para la consolidación de un escenario de recuperación. Muy pocas veces lo social, la ciudadanía por rescatar, las poblaciones necesitadas, la pobreza, la vulnerabilidad, han sido utilizados como ideas fuerza en los discursos políticos. Y es que las políticas sociales han sido el banderín de enganche de casi todos ellos, desde el PSN hasta EH Bildu. Hay que reconocer que también UPN y el PP lo han hecho. Pero para presumir de ellas, como si el cortacésped neoliberal del que presumen, no hubiera arrasado recursos, prestaciones y personal en todos los subsistemas de protección social navarros. Por ello la izquierda, social y progresista, esa que va a accede

Subidón

Mucha gente necesitaba con urgencia hartase de confitura. Porque ya creíamos que quedaba poco tiempo antes que todo nos sepultara. De repente, aquel país de subasteros, acostumbrado a no creer en nada, a aceptar el empujón como norma y la vida como un hecho consumado; se lanzaba cuesta arriba en busca de una nueva esperanza, virtud que llevaba años apretándose el cinturón. Cuando vi a Carmena en el Ayuntamiento de Madrid sentar cátedra ética ante los mayores corruptos del planeta, llamar a las cosas por su nombre, hablar de tú a sus ilustrísimas y pasar del discurso vacuo al real en un lenguaje exquisito pero cercano; creí habitar en un lugar que había vuelto de la oscuridad. También a esa hora en Pamplona era elegido alcalde un abertzale. Pero el cielo no se rompió, ni las aguas del Arga se abrieron. Incluso el honorable Balduz veía con buenos ojos que Asirón entonase el alirón. Y es que nos habíamos acostumbrado a la negritud de una ciudad tuneada por una derecha encasquillada

El hundimiento

A  las doce y veinte minutos de la noche del 24 de mayo, el todavía consejero Javier Esparza, entró en un profundo coma emocional. Sudaba por las axilas y sentía una extraña sensación de inquietud. A la altura del diafragma notó cómo sonaba una armonía parecida a la marcha fúnebre de Chopin. Su móvil no dejaba de recibir  whatsapps  y la cabeza estaba a punto de estallarle. De repente, se fundió en negro consigo mismo y sintió que se rompían los renglones del dictado que alguien le había prescrito durante el último mes. Y notó el vacío, y el miedo que sienten los perdedores encumbrados por la euforia perpetua. Quiso reconocer errores, disculparse con alguien que le prestara un hombro cálido, pero la obediencia debida le podía. Se sentía como el novio de la Virgen del Rencor.   En esas estaba, cuando la presidenta de UPN le convocó de urgencia. Eran las tres de la madrugada, la hora de laudes que él tanto recordaba. Las ojeras demacraban su rostro. Y es que la lógica, o la ro

Navarra: odisea en el espacio

Las recientes elecciones autonómicas y municipales en Navarra han tenido varios pluses de expectación  definidos por los deseos y  las emociones de la ciudadanía en un escenario de corrupción generalizada, crisis de hegemonía social, recortes, desprestigio de la política y uso y abuso del lenguaje político como alteración bastarda de la realidad. Porque más allá del gesto de votar, el 24M  se esperaba como un momento para cambiar las formas, el estilo, el talante, el modo, la manera de entender la política y su gestión. Porque la política, convertida hoy en un estercolero de impunidades, sigue siendo importante para la gente. A este reto de entender la nueva vida política, la ciudadanía navarra ha respondido. Una gran parte de la población navarra, casi el cuarenta y ocho  por ciento de los votos emitidos, ha votado a la izquierda del socialismo centrista. Y esos votos, los votos del cambio,  están cargados de expectativas. Una de ellas era, y es, finiquitar d