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Mostrando entradas de diciembre 22, 2014

Casco Viejo (Pamplona), la resaca perpetua

A quel barrio se había convertido, por obra y gracia del fino olfato de algunos hosteleros y una reglamentación muy flácida, en el abrevadero nocturno de la ciudad. De eso algunos estaban contentos y hasta presumían de ello. Incluso pensaban que contribuía a revitalizar un barrio cuyo índice de sociabilidad era directamente proporcional a la tasa de alcoholemia. Sin embargo, la vecindad estaba harta de vomitonas, escraches etílicos y una berrea nocturna que secuestraba sus sueños de jueves al domingo. Todo en nombre de un ocio y un negocio a proteger, el del beborcio, que primaba sobre derechos ciudadanos que a muchos se la traían al pairo. Y es que aquel barrio, donde día sí día también cerraba una tienda de toda la vida, se había convertido en un parque temático abonado al  juevintxo  y al cubata. Aquí reinaba la intocable libertad posmoderna que permitía a uno pasarse cuarenta pueblos sin más pena que la batida de palmas colectiva. Aquel barrio estaba abonado a la resaca perpet