Hay un casco viejo que usted no conoce. No aparece en ninguna guía turística. Un barrio extraño al jolgorio, al consumo, a la dinamización, a la euforia festiva de cada fin de semana. Incluso a los procesos participativos que nos reclama el nuevo poder. Un barrio negro y también árabe, gitano, latino y rumano. Un barrio desconocido y maldecido por las extorsiones de la nueva economía depredadora. Un barrio por donde circulan biografías cuyo futuro está agotado. Donde malviven cientos, quizás miles de ciudadanos exiliados de su propia dignidad. Un barrio que explota sus miserias a precios de naufragio. El otro día me invitaron a ver dónde vivían. Y pude comprobar como vivir era un verbo exagerado. Ella tenía unos ojos negros que lloraban como las gargantas del Todra. Era hija de un pastor bereber que cuidaba cabras en el Atlas marroquí. Él de Mauritania y me miraba como pidiendo perdón. Como diciendo, qué he hecho yo para sentir que mi vida es un i
El blog de Paco Roda