H oy desfilarán por el sambódromo pamplonés cientos de figurantes y coristas contratados como teloneros de la troika real. No es que esta ciudad, en tiempos reserva espiritual de curas y militares, sea muy monárquica pero un rey negro tuneado a lo Max Factor la convertirá hoy en la plaza fuerte de la ilusión infantil. Ese rey se hace llamar Baltasar. Pero su negrura de cosmética barata me parece un insulto a los negros que viven en nuestra ciudad; a esos 1.578 africanos y africanas llegados de los países del oro, el incienso y la mirra. Que ese Baltasar presuma de su negritud tuneada manifiesta el más vetusto y disimulado racismo. Porque su corte real utiliza desde hace años la tradición, el folclore o la ilusión como excusas garantistas que ignoran la realidad negra de nuestra ciudad. Y esto refuerza un efecto de la crisis: el colonialismo encubierto como norma social y subjetiva, el trato desigual con los otros, el desprecio y la criminalización de los que trabajan para
El blog de Paco Roda