Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero 5, 2015

El rey tuneado

H oy desfilarán por el sambódromo pamplonés cientos de figurantes y coristas contratados como teloneros de la troika real. No es que esta ciudad, en tiempos reserva espiritual de curas y militares, sea muy monárquica pero un rey negro tuneado a lo Max Factor la convertirá hoy en la plaza fuerte de la ilusión infantil. Ese rey se hace llamar Baltasar. Pero su negrura de cosmética barata me parece un insulto a los negros que viven en nuestra ciudad; a esos 1.578 africanos y africanas llegados de los países del oro, el incienso y la mirra. Que ese Baltasar presuma de su negritud tuneada manifiesta el más vetusto y disimulado racismo. Porque su corte real utiliza desde hace años la tradición, el folclore o la ilusión como excusas garantistas que ignoran la realidad negra de nuestra ciudad. Y esto refuerza un efecto de la crisis: el colonialismo encubierto como norma social y subjetiva, el trato desigual con los otros, el desprecio y la criminalización de los que trabajan para

Los restos de la guerra

Fotografía: Clemente Bernad El golpe de Franco, que por aquí fue el de Mola y el de unos insurgentes armados por Mussolini, desencadenó en esta tierra su adelantada y celtibérica versión de lo que poco después se conocería en Europa como “solución final”: la caza y exterminio sistemático del enemigo. Digo adelantada porque el golpe madrugó en Navarra y empezó temprano a arrear duro y a la cabeza. Digo celtibérica por los versos de Gil de Biedma: “Media España ocupaba España entera, con la vulgaridad y el desprecio de que es capaz un intratable pueblo de cabreros”. La “solución final” tuvo otros ensayos madrugadores, como Guernica. Las “soluciones” que comenzaron a ensayarse en Pamplona en la mañana del 19 de julio de 1936, por su inhumanidad y ensañamiento, no son de naturaleza muy distinta a la de los crímenes de guerra juzgados en Nüremberg. Ninguno de los juzgados en Nüremberg ha mostrado jamás el menor arrepentimiento y aquí esos crímenes se han relegado como cosa del tradic