Vaya por delante que, si Pablo Iglesias ha reconocido el error de este cartel, es de agradecer. Eso puntúa. Pero no es suficiente. Porque como se les exige a otros políticos que han pedido excusas por sus fechorías, con el perdón no basta. Este cartel pareciera hecho por el peor enemigo de Iglesias, pero no. Es fruto de una manera de entender no solo la comunicación, sino las emociones, la imagen, el capital simbólico de algo. En este caso de alguien. Y esa imagen – me recue rda a algunas estampitas hagiográficas- está cargada de poder, de machismo y de caudillismo de saldo. Me pregunto por qué alguien, con el beneplácito de Iglesias, imagino, hace esta campaña de vuelta. En plan libertador, en tono mesiánico salvador. Y me pregunto por qué anuncia su vuelta. Como si ésta fuese necesaria para algo o para alguien. Y me pregunto si vuelve de algún sitio al que se fue y ahora ya no volverá conflictivizando así ese destierro paternal y santificando su retorno. Y me pregunto por qué an
El blog de Paco Roda