Quizás Hemingway hoy no vendría. Él, que ya en 1923 nos introdujo en la agenda internacional del turismo de masas. Cuando en esta ciudad solo había toros en verano y curas en invierno. Y maderos todo el año, dijo alguien. Quizás ese trauma gris marengo nos haya marcado como ciudad tristona, sin estrategia de venta al por mayor, sin nada que ofrecer más allá de esas 204 horas en honor del santo que nos liberan para todo el año. Igual es porque no tenemos mar, ese mar que muchos imaginábamos inundando la Rochapea desde las murallas del Redín. Quizás por eso, para pamplonear el mundo mundial, este ayuntamiento ha impulsado la “Marca Pamplona”. Nos incorporamos así, avalados por el buen rollo ciudadanista, a la lista de ciudades neoliberales convertidas en ciudades-empresa. Ciudades rehenes de las economías poscapitalistas que dejan de ser centros de producción y residenciales para convertirse en centros históricos terciarizados al servicio de los intereses financieros de un
El blog de Paco Roda