Quizás
Hemingway hoy no vendría. Él, que ya en 1923 nos introdujo en la agenda
internacional del turismo de masas.
Cuando en esta ciudad solo había toros en verano y curas en invierno. Y
maderos todo el año, dijo alguien. Quizás ese trauma gris marengo nos haya
marcado como ciudad tristona, sin estrategia de venta al por mayor, sin nada
que ofrecer más allá de esas 204 horas en honor del santo que nos liberan para
todo el año. Igual es porque no tenemos mar, ese mar que muchos imaginábamos
inundando la Rochapea desde las murallas del Redín. Quizás por eso, para pamplonear el mundo mundial, este
ayuntamiento ha impulsado la “Marca Pamplona”.
Nos incorporamos así, avalados por el
buen rollo ciudadanista, a la lista de ciudades neoliberales convertidas en
ciudades-empresa. Ciudades rehenes de las economías poscapitalistas que dejan
de ser centros de producción y
residenciales para convertirse en centros históricos terciarizados al servicio
de los intereses financieros de una
minoría. Y esto lo vendemos como turismo sostenible para evitar reconocer que
esta citymarketización del Casco
Viejo, porque de eso se trata, en el fondo monitoriza todo lo que sucede en el
espacio urbano. Un espacio ya absolutamente desconflictivizado y estetizado
gracias a la comercialización y festivalización permanente de sus calles.
No
reconocer que ha habido intentos de aumentar el bienestar de la vecindad, sería
de bastardos. Pero de ahí a comulgar con esta estrategia porque ello generará
puestos de trabajo y ganancias y buen rollo y ambiente y nuevas inversiones y
así ganamos todos; va un trecho. Porque no es verdad. Porque ganan unos pocos.
Y además no reparten. Y porque guste o no, atraer visitantes y reforzar la
marca-ciudad se articula como elemento catalizador de las estrategias de
acumulación, tanto las financieras como de otras ramas del capital corporativo.
Que esto lo venda UPN vale, que lo venda
la izquierda me preocupa. Y mucho
Artículo publicado el día 26 de marzo en Noticias de Navarra
Muy cierto, ese modelo de ciudad que es el atractivo turístico, aún teniendo éxito que no es fácil, beneficia a hosteleros, hospedajes y poco más...el vecino de a pié que soy yo y el 90% de la población, no solamente no vemos ningún beneficio, ganamos un montón de problemas e incomodidades y al parecer esto, no debe tener demasiada importancia...
ResponderEliminar