Ocurrió mientras una fría noche castellana se enfriaba cada vez más. En Zamora. Pensé que aquello había que calentarlo de alguna manera. Así que me metí en un bar de la Plaza Mayor. Dudé entre un café o un vino de “Toro”. Vi que la hora no acompañaba al café así que me decanté por el vino. Permanecí allí hasta entrar en calor y se hiciera la hora de cenar. Salí y mientras buscaba un lugar ocurrió algo extraño. Me fijé en este establecimiento que me llamó la atención por el nombre, “El rápido”. También por ese escaparate como recién salido de un cuadro de Caravaggio pues esa luz parece querer recortar la negrura de la noche. Entonces, vi como una sombra fugaz que pasaba rápido por delante del escaparate. Me recordó a mi mismo pero no era yo, claro. Había bebido un vino, no cuatro. En ese momento, alguien conocido, desde muy lejos me llamó por teléfono. Me preguntó qué hacía yo frente a una zapatería pasando a toda prisa por delante del escaparate. Mi amiga me llamaba desde una ciud
El blog de Paco Roda