M aquiavelo había citado a la presidenta Barcina en su despacho renacentista de San Casciano, en Florencia. Corría el 22 de febrero de 1512. Barcina acudió puntual. Impecable y maquillada. Sabía que Nicolás se fijaba en estos detalles y no quiso defraudarlo. Maquiavelo había sido destituido de sus cargos con la llegada de los Medici al gobierno. Le acusaban de participar en una conspiración palaciega. Si había llamado a la presidenta era porque sabía que, también ella, había estado a punto de ser destronada de su cargo. Pero se había mantenido firme frente a los embates del poder. Por eso, aquella mujer de otro tiempo, de mirada irónica y sugestiva, le atraía. Tanto que, tras sucesivos encuentros, se convirtió en su alter ego . Más aún, le inspiró su obra más grandiosa, El príncipe , un colosal relato sobre la conquista y el mantenimiento del poder. Al precio que sea. Aunque apeste. En su redacción, Barcina le hizo algunas observaciones. Si bien Maquiavelo creía que el pode
El blog de Paco Roda