Para el PP, Gibraltar es un chollo. Está siendo un chollo mediático, emocional y patriotero. También una oportunidad para ocultar las propias vergüenzas, las de dentro. Ya ocurrió con Perejil, aquella isla de chichinabo que asaltó la Legión en 2002 a golpe de cabra mecánica. Las autoridades españolas braman contra Gibraltar y sus políticas fiscales, contra el contrabando, contra todo lo que no son capaces de bramar aquí, ni de nombrar, ni de poner en tela de juicio de puertas adentro, donde la vergüenza se cuece a fuego lento. A España le da igual lo que se haga en Gibraltar. Siempre le ha dado igual. Incluso participa y ha participado con el silencio cómplice de todo cuanto critican ahora las autoridades españolas. Ahora, unos cuantos pedruscos volcados a un mar plagado de cadáveres en busca de las tierras prometidas resulta que son de vital importancia. ¡ Farsa de país y de gobernantes ¡