Aquella ciudad había vivido de las rentas de un pasado glorioso. En tiempos fue noble, ilustre, leal y no sé cuantas cosas más. Con esos títulos se comió el mundo y durante algún tiempo se lo puso por montera. Además, por azares de la historia, por su atesorado provincianismo, amor propio y buena estrella aliada con el destino en lo universal, estaba muy bien considerada en el ranking de ciudades modelo. Lo tenía todo porque en tiempos fue próspera: buena gente, cabezas ilustres, creatividad, rebeldía, naturaleza, ingenio, riqueza, trabajo, mano de obra importada y una ingente cantidad de recursos para ser bien gestionada. En fin, una privilegiada. Y de eso presumió durante tiempo hasta que su conciencia pesó tanto que se convirtió en un atentado contra el tiempo. Presumió de ser la primera en calidad de vida, en renta per capita, en servicios, en zonas verdes, en habitabilidad, en solidaridad, en pisci
El blog de Paco Roda