Olores, solo olores, perfumes, fragancias en un mundo mancillado por las vidas perras de sus gentes, en un mundo plano y sin perspectivas donde el futuro es una somnolencia inacabada. Días de perfumes en una sociedad contaminada por el hurto y la rapiña. Olores para enturbiar el presente, para disfrazar las sentencias venenosas que caen vertiginosamente sobre la ciudadanía secuestrada. Olores intensos que acaban en la nada, en la pura vanidad desembocada. Olores, fragancias, perfumes para soportar el día a día en un tiempo que ha abominado del hedor animal, del estiércol, del olor a col podrida, a grasa, a sebo quemado, a excrementos, a orines, a animales muertos, a sábanas húmedas. Tiempo plano necesitado de fragancias para aguantar el insoportable hedor de la ciénaga política. Mujeres pre anoréxicas y hombres pasivos entabletados anuncian un tiempo de olores que no huele a nada. A una época vaciada de olor, a un olor indolente.